El origen de los británicos
Mi primer libro fue Los Hijos del Edén. Lo comencé a escribir en 1998 y lo acabé publicando (en Ediciones B, cuyo fondo pertenece ahora a Penguin España) en el año 2010. En 2001 envié una primera versión al genetista inglés Stephen Oppenheimer. Éste publicó en 2007 su obra The Origin of the British (editada en Londres por Robinson).
En Los Hijos del Edén traté de demostrar que la mitología es un instrumento muy útil de cara a conocer una parte de nuestro pasado que se ha conservado a través de la tradición oral, y que no ha sido recogido de forma escrita, puesto que sus orígenes son muy remotos, previos a la invención de la escritura. Puse como ejemplo el origen ibérico de buena parte de la población de las Islas Británicas, y su relación cultural y genética con su lejano vecino del Sur. Stephen Oppenheimer recogió (no sé si inspirado por el manuscrito que le envié, o no) esta idea y la desarrolló en su propio libro, publicado en el 2007 (tres años antes de que yo publicara el mío). Sea como sea, está claro que éste es un ejemplo de cómo la Historia Oral, y la mitología, pueden ser un buen punto de partida para el estudio de la Antigüedad.
En fechas recientes un vídeo de Youtube plantea la hipótesis de Oppenheimer de una forma escueta y clara. Recomiendo su visionado:
El parentesco entre británicos, irlandeses y españoles
https://youtu.be/YjdxECzpRuw?si=qdZSxFwjyLMoM1z6
A continuación expongo lo esencial de la hipótesis de Oppenheimer, citando textualmente su libro, y seguidamente recojo dos pasajes de Los Hijos del Edén, donde desarrollo algunas ideas que años después divulgaría -sin duda, de forma mucho más certera y completa- el sabio británico. Comenzaré citando algunos puntos esenciales de The Origin of the Brithish, de Stephen Oppenheimer.
La tesis de Oppenheimer
Stephen Oppenheimer, en su libro The Origin of the British (página 12), alude a Tácito, cuando éste describe a los Silures de Gales como "ibéricos": "The dark complexion of the Silures, their usually curly hair, and the fact that Spain is the opposite shore to them, are an evidence that iberians of a former date crossed over and occupied these parts" [de las islas británicas].
Este mismo autor asegura que el romano Tácito podría tener razón, pues los estudios genéticos avalan un origen ibérico de buena parte de la población en las Islas Británicas. Dicha interrelación tiene orígenes muy lejanos. Así dice (página 132): "As to who and what were the British ancestors, we can say they were largely Ice Age hunting families from Spain, Portugal and the South of France". Este autor identifica el "haplotipo vasco" en las Islas Británicas, que se remonta a épocas posteriores al llamado Younger Dryas, último período de glaciación (páginas 165 en adelante, y página 196).
En la página 5 del citado libro (The Origin of the British) expone resumidamente lo esencial de su tesis: "One observation shines brigth from the genetics. The bulk of informative male gene markers among the so-called Atlantic Celts are derived from down in south-west Europe, best represented by people of the Basque country. What is more, they share this Atlantic coastal link with certain dated expansions of mtDNA [DNA mitocondrial] gene groups, representing each of the main, archeologically dated, putative colonization events of the western British Isles. One might expect the original Mesolithic hunter-gatherer colonists of the Atlantic coast, over 10.000 years ago, to have derived from the Ice Age refuges of the western Mediterranean: Spain, south-west France and the Basque Country. And that was indeed the case: shared genetic elements, both in the British Isles and Iberia, did include such Mesolithic mtDNA founding gene lines originating in the Basque region".
Oppenheimer especula con que la lengua que se habló originalmente en las Islas Británicas pudo ser un derivado del vasco (página 151): "Sub-structural linguistic evidence within both these modern branches of Indo-European [céltico y germánico] suggests the oldest language of the British Isles may have been more like Basque". Más abajo comprobaremos que, efectivamente, puede haber alguna relación entre las lenguas célticas y el vasco.
Seguidamente, paso a exponer dos pasajes de mi libro Los Hijos del Edén que se refieren a los aspectos a los que me he referido más arriba. Más abajo se encuentran las notas.
El origen de los británicos (Página 455 y siguientes de Los Hijos del Edén)
Y, por supuesto, no podemos olvidar que las islas británicas, tales como H-IBERNIA, o H-ÉBRIDAS, podrían tener el mismo origen [el topónimo IBAR, existente asimismo en el Mediterráneo oriental, como río Ebrus, o en el Cáucaso, como Iberia]. Según A. Cherpillod, HIBERNIA (Irlanda) proviene del celta IVERIU, como vemos afín a la raíz IBAR; Iwerriadd (Irlanda) fue una de las dos mujeres del dios galés Llyr; y además, Ptolomeo denominó a las islas Hébridas como EDOUDAI, como es evidente, afín a la raíz EDE.
Según Donald A. Mackenzie, en su obra Ancient Man in Britain 1, el pueblo que habita las islas Hébridas, así como los silures de Gales, derivarían de antiguos prospectores de minas, tal vez de origen ibérico 2. De hecho, en Gran Bretaña es común afirmar que esta población, con características mediterráneas (baja estatura y tez oscura), sería descendiente de tripulaciones naufragadas en la zona tras el desastre de la Armada Invencible. Y hay quien dice que formaría parte de las llamadas "diez tribus perdidas de Israel" 3.
En cambio, la mitología céltica señala que dicha población provendría de los FIR BOLG -véase más abajo- que ocuparon la zona en tiempos prehistóricos. ¿Qué pruebas tenemos del origen común de pueblos tan alejados entre sí como los habitantes de las islas Hébridas, los íberos de España y Portugal, los hebreos, o los íberos del Cáucaso?
La primera prueba de "parentesco" la encontramos en la misma raíz hebrea IBRI (o EBER), tan similar al IBAR vascuence (más adelante me referiré a la posible vinculación entre las lenguas íbera y vasca). Ello indicaría que los íberos, como el resto de los habitantes del Mare Nostrum, podrían haber hablado una misma lengua: la lengua pelasga, que tal vez los mismos hebreos emplearían antes de su instalación en Sumeria, o bien antes de su llegada a Canaán (hacia el siglo XII aC.).
Dicha protolengua, ¿podría ser la lengua nostrática de la que he hablado con anterioridad? ¿O bien una derivación más reciente, como por ejemplo el camito-semítico antes referido? Tal vez nunca lo sabremos. Pero no podemos descartar que fuera hablada desde Anatolia hasta el extremo norte de las islas británicas (las islas Hébridas).
Si asumimos, como hacen los autores del artículo “La lengua originaria de los europeosprehistóricos” 4, que vasquismo e iberismo son dos conceptos relacionados (tal como denota su mutua identificación con el topónimo “Ibar”), podemos llegar a la conclusión de que: “pueblos emparentados con los vascos habitaron, en otros tiempos, casi toda Europa”. Es más, “su genotipo se halla, en un grado sorprendente, en el conjunto de la población europea”. De forma taxativa, afirman: “No caemos en la exageración si afirmamos que los europeos somos todos vascos”. Ello explicaría que muchos topónimos preindoeuropeos (como Ibar, Aran, etc.) provengan del vasco. En pocas palabras: en toda Europa, y tal vez en buena parte del entorno mediterráneo, se hablaba una lengua preindoeuropea emparentada con el vasco (¿acaso la lengua pelasga?).
Tal como asegura D.A. MacKenzie en su obra Crete and Prehellenic Myths and Legends: "Oleadas periódicas de población, dirigiéndose hacia el Oeste y hacia el Este, entraron en Europa a través del Estrecho de Gibraltar, así como en Palestina y Asia Menor por la ruta costera. Con el tiempo ocuparon la Europa Meridional, Central y Occidental, entrando en las Islas Británicas. Probablemente llegaron a Irlanda a través de Escocia... Las tumbas neolíticas en Europa y África están construidas de forma parecida, y la gran mayoría de los esqueletos que contienen son remarcables por su uniformidad tipológica" 5. Esta cita parece sustentar la hipótesis de la existencia de un mismo entorno cultural, antes de la llegada de los indoeuropeos, en la zona mediterránea y atlántica. Toda esta área posiblemente hablaría una única lengua (¿pelasga?) 6. Pero, ¿de dónde provendría tal flujo de población neolítica?
Jorge Alonso, en su artículo "Nuestros oscuros orígenes" 7 hace una propuesta sugerente: diferentes pueblos mediterráneos (entre los que encontraríamos a íberos, etruscos y sardos) provendrían de un Sáhara inusitadamente fértil hace 10.000 años (coincidiendo con la fase climática denominada como "Óptimo Holocénico”). Cuando esta inmensa llanura empezó su desecación inexorable, la citada población neolítica -que hacía uso de la cerámica desde tiempos remotísimos- cruzó el estrecho de Gibraltar y pobló la franja mediterránea y atlántica de Europa, dando inicio a la cultura megalítica. Según el autor, la evidencia genética (estudio realizado en 1996 por Antonio Arnaiz) avalaría dicha hipótesis: vascos, madrileños, sardos, toscanos (la Toscana es el epicentro del país etrusco) y modernos bereberes argelinos compartirían un tronco común 8.
Así, no me cabe la menor duda de que los íberos, así como otros pueblos del entorno mediterráneo y atlántico, estaban emparentados con los hebreos. Tal vez ello explicaría que, tal como explica D.A. Mackenzie 9, los habitantes de las islas Hébridas hayan conservado desde tiempos ancentrales un tabú contra el consumo de la carne de cerdo.
Expondré otra razón, tal vez no determinante, pero sí significativa: la similitud entre algunas raíces toponímicas de ambos ámbitos culturales.
Comenzaré con el antiguo país de K'art'li, la Iberia georgiana. K'art'li tiene la misma raíz que el fenicio (o arameo) KARTH. De esta raíz, que significa "ciudad", tenemos los topónimos CARTAGO, o CARTEIA (Algeciras). Esta alusión a KARTH (ciudad) en el Cáucaso no nos debe extrañar: Estrabón afirma hacia el 10 dC., citando a Teófanes, que los íberos del Cáucaso estaban muy civilizados, con abundantes ciudades y mercados 10.
Otro indicio de un posible parentesco entre la lengua íbera -y tal vez vasca- y el hebreo lo tenemos en el topónimo BETIS (el Baites de Apiano, actual río Guadalquivir). Como parece evidente, BETIS tiene la raíz BET ("casa"), típicamente semítica (la encontramos en Betania, Béthel, etc.) 11.
Así pues, aquí tenemos dos indicios que hacen pensar que los íberos -tanto hispanos como caucasianos- podrían haber hablado una lengua con desinencias semitas. Pero la prueba más concluyente de la relación remota entre íberos, pelasgos y hebreos hay que buscarla en la verde Eire. El Lebor Gabala Erren (Libro de las invasiones de Irlanda) habla de cinco ocupaciones de esta tierra desde la más remota antigüedad: la primera es atribuida a PARTHOLON, hijo de SERA, y sería destruida por una plaga; la segunda al pueblo de NEMED, que tras ser subyugado por los malvados FOMORIANOS abandona Irlanda; la tercera a los FIR BOLG, descendientes de SEMION; la cuarta a los TUATHA DE DANANN, que provienen de unas islas griegas, y cuyo jefe (Nuada) es llamado AREGETLAMH (su capital era TARA); y la quinta a los MIL SPANIAE, entre los que tenemos a EBER FINN y a ARANON.
Nótese la presencia de los siguientes patronímicos o toponímicos: SERA, SEMION, EBER, TARA y ARANON, homófonos con SARA, SEM, HÉBER, TARÉ y ARÁN, respectivamente, en la versión de Josefo. Como resulta evidente, todos son del linaje de SEM 12.
Según dicha crónica medieval irlandesa, los MIL SPANIAE (celtas, o gaélicos) descienden de GOMER, mientras que el resto de las invasiones (PARTHOLON, NEMED, FIR BOLG y TUATHA DE DANANN) serían descendientes de MAGOG. Como vemos, ambos linajes tienen origen en la zona de Escitia, y los dos pertenecerían a la descendencia de JAFET.
Todo hace pensar que las tres primeras invasiones provenían de la Península Ibérica, y no fueron protagonizadas por indoeuropeos, sino por semitas. Una prueba de ello es que los celtas (raza nórdica) llamaban a los ibéricos de Irlanda (de menor estatura, con cabello y ojos oscuros, y cráneo alargado) "pueblo de la noche" (ellos, por supuesto, se consideraban a sí mismos los "hijos de la luz"), descripción que se aproximaría a la de un pueblo semita.
La cuarta invasión -la de los TUATHA DE DANANN- presenta una peculiaridad: este pueblo no provenía de la Península Ibérica, sino de las míticas Islas del Sur del Mundo. La quinta (la de los MIL SPANIAE) habría partido de Brigantia (la actual A Coruña), donde Breogán oyó hablar de Inisfail (literalmente, la "Isla del destino": Irlanda). Según la leyenda, este mítico pueblo habría partido de Escitia, y sus escalas antes de llegar a España serían Egipto, Creta y Sicilia. Los MIL SPANIAE son llamados Gaélicos porque su ancestro es Gaedhal Glas.
Sorprendentemente, tanto la evidencia arqueológica como lingüística respalda, con bastante fidelidad, esta narración mítica. Si repasamos la prehistoria de las islas británicas, comprobaremos cómo éstas fueron habitadas por una población neolítica desde el 4500 aC. 13. Poco más tarde empezaron a aparecer los megalitos: túmulos alargados como los existentes en el sur de la Península Ibérica 14.
Sin embargo, hacia el 3000 aC., la tierra se despobló (¿la plaga después del período de los PARTHOLON?). Varios siglos después una nueva población (¿los FIR BOLG?) ocupó Gran Bretaña. Los túmulos alargados de antaño fueron sustituidos por túmulos redondos. Nos encontramos en el inicio de la difusión de la Cultura del Vaso Campaniforme 15.
La referencia a las Islas del Sur del Mundo (lugar de partida de los TUATHA DE DANANN) hace pensar en las islas del Egeo. ¿A qué pueblo podría referirse en realidad el Lebor Gabala Erren? Creo que éste sería el DODANIM bíblico: en la Biblia (Génesis 10:4) es identificado con "los de Rodas"; por eso deberíamos leer RODANIM en lugar de DODANIM. ¿Podría ser una población de la isla egea de Rodas la que ocuparía Irlanda tras derrotar a los FIR BOLG? ¿Y si es así, cuándo habría sucedido?
Existe una interpretación que identifica a los DANANN con los aqueos. Según ésta, una partida de los llamados "pueblos del mar" alcanzaría las islas británicas en algún momento del siglo XII aC. No en vano, en el templo egipcio de Medinet Habu observamos las imágenes de unos guerreros que lucían cascos con cuernos, como los que habitualmente usaban los celtas. Dichas imágenes representan la derrota de los "pueblos del mar" a manos de las tropas del faraón egipcio Ramsés III 16.
Finalmente, la invasión celta de Irlanda desde la Península Ibérica -la quinta invasión de la que habla el Lebor Gabala Erren-, ya en plena Edad del Hierro, es perfectamente posible: algunas tradiciones y ritos son casi idénticos en Irlanda y Galicia. Por ejemplo, en esta región del Norte de España se piensa que, por la noche, por las calles moran las almas de los muertos: a estadea; en Irlanda tenemos ann eistedd (la reunión de los muertos). En Galicia existe la tradición de Breogán, y en Irlanda la de Bregon... Y finalmente, en Galicia existen numerosas localidades con la partícula MIL (guerrero; aunque según otros podría significar asimismo "grande"): Ardemil, Belmil, Antemil... Galicia: ¿Cuna de los MIL SPANIAE?
Así pues, observamos que cada una de las invasiones que aparecen en el libro mítico conocido como Lebor Gabala Erren parece tener una correspondencia histórica -si no demostrable, sí perfectamente posible-. Pero hay más: la comparación entre la lengua vasca y la céltica hace pensar que si algún idioma tiene homologías claras con el vasco -aparte del aquitano del sudoeste de Francia-, éste el el céltico de la fachada atlántica europea. Veamos varios ejemplos:
VASCO versus CÉLTICO
Mendi (montaña) versus Mynydd (Gales), meneth (Cornualles)
Maite (querido) versus Maith ("bueno" en Irlanda)
Hartz (oso) versus Art (oso en Irlanda)
Harri (roca, piedra) versus Carrac (roca, gran piedra en Irlanda)
Adar (cuerno) versus Adarc (cuerno en Irlanda)
Andere (mujer) versus Ainder (mujer en Irlanda)
Nótese que las tres primeras palabras podrían tener raíz indoeuropea. Sin embargo, hay un aspecto interesante: el vasco hartz (oso) es similar al griego arktos, no al latín ursus. O sea: o bien el pueblo vasco tomó prestada esta palabra de los celtas que vivían en la Península Ibérica, o bien, como en el caso de ibar (posiblemente emparentada con eber), los vascos la adquirieron de una hipotética protolengua pelasga.
Tales similitudes entre lenguas de poblaciones tan alejadas y aisladas entre sí (vasca e irlandesa) hacen pensar en que dichas homologías -si no son producto de la casualidad, y no creo que sea el caso- podrían ser consecuencia de un contacto directo entre las poblaciones ibéricas -si es que hablaban una lengua emparentada con el vasco actual- y las célticas en la fachada atlántica europea. Una prueba de tal contacto la podríamos encontrar en la estrecha similitud entre los topónimos IBERIA (España y Portugal) e IVERIU (Irlanda).
Antes hemos hecho referencia al pueblo de los Silures de Gales y de Irlanda, aludiendo al posible origen ibérico de buena parte de la población de las islas británicas. El historiador G.B.M. Trevelyan (Ramón Sainero, página 198) afirma categóricamente: “Probablemente alguna sangre 'íbera' corre por las venas de cada hombre inglés actual, más en el escocés, y mayor parte en el galés e irlandés”. Hasta tal punto ello es así que el mismo autor considera que serían íberos -o algún otro pueblo mediterráneo- los que edificaron el conjunto megalítico de Stonehenge (Ibid, página 212). A este respecto, un equipo de la Universidad de Oxford, liderado por el profesor de genética Bryan Sykes (La Vanguardia, 21 de septiembre del 2006) sostiene que “los británicos y los irlandeses son, con la intermediación de sus ancestros celtas, los descendientes de una tribu de pescadores ibéricos que cruzaron el canal de la Mancha hace 6.000 años”. Los análisis de ADN revelarían que los “celtas tienen casi la misma huella genética que los antiguos habitantes de las regiones costeras de España, que habrían emigrado hacia el norte entre el 4000 y el 5000 aC.”. Esto significaría “que la mayoría de la gente del territorio británico procede de los españoles”. En definitiva, el mito céltico irlandés no se equivoca: el pueblo de las islas británicas emigró de España en diversas oleadas, entre el 4000 aC. y poco antes del dominio romano.
Tenemos dos indicios más en los personajes célticos -citados más arriba- INDECH y ARGETLÁMH. El primero (INDECH, rey de los FOMORIANOS) recuerda sobremanera al prefijo IND tan empleado por los íberos (INDIGETES, INDÍBIL...) El segundo (ARGETLÁMH, literalmente "brazo de plata") al rey de Tartessos llamado ARGANTONIO (hombre de plata); y recordemos que este rey podría ser posterior a una hipotética invasión llevada a cabo por uno de los "Pueblos del Mar": los Tursha. ¿Sería ARGETLÁMH la evidencia de que los rodios, o algún otro pueblo del Mediterráneo Oriental, habrían alcanzado las islas británicas hacia el siglo XII aC.? 17
En definitiva: o bien en esa amplia zona se hablaba una única lengua, o bien toda ella había sido ocupada por una población de origen ibérico: tal vez, la que habría dado origen al megalitismo de Europa Occidental. Nuevamente volvemos a topar con el continuo debate acerca de si el íbero y el vasco se tratan de una misma lengua -con las diferencias lógicas atribuibles al paso del tiempo-, o si, en su caso, sólo compartían algunas palabras a causa de la vecindad y los préstamos entre una y otra.
Sobre este tema, hay opiniones para todos los gustos. De momento, no voy a entrar en esta discusión. Sólo diré que una manera sencilla y cómoda de zanjar dicha polémica sería pensar que tanto el vasco como el íbero derivarían de la primitiva lengua hablada por un supuesto pueblo pelasgo antes de las invasiones indoeuropeas en Europa.
Aparte de las homologías lingüísticas y toponímicas antes reseñadas, disponemos de abundantes evidencias de la posible existencia de una protolengua pelasga a una escala como mínimo continental:
• La raíz BRITA la encontramos repartida por toda Europa: en la Brigit céltica, en la Brigantia gallega (A Coruña), en la Braganza portuguesa, en el Briançon francés, en la Britannia homónima, en la diosa Britomartis cretense, etc.
• Lo mismo se puede decir de la raíz ILI: Iliberris en España (Elvira, Granada), Iliria en los Balcanes (la posterior Yugoslavia), Ilión (antigua Troya)...
• El sufijo SSOS lo encontramos en todo el área mediterránea: desde Tartessos, hasta Cnossos, pasando por Parnassos.
¿Qué conclusiones podemos extraer de la lectura del Lebor Gabala Erren?:
La primera, hasta qué punto la mitología puede ajustarse a los hechos históricos, una vez que éstos se consideran con suficiente detalle y cuidado. El despoblamiento súbito de las islas británicas tras la primera generación de agricultores y campesinos neolíticos (hacia el 3000 aC.), podría ser una prueba de que la plaga que devastó a la mítica población Partholon sería algo más que una fábula.
La segunda, que la mitología céltica de las islas británicas vuelve a repetir los patronímicos que tendrían origen en el Sudeste Asiático: SEMION, SERA, IBATH-EBER, TARA... Y como vemos, todos tienen connotaciones semitas.
La tercera, que debió existir un contacto real entre pueblos provenientes de la Península Ibérica, y los que habitaban las islas británicas antes de la llegada de los celtas.
Por último, y como conclusión más importante, los celtas irlandeses hacen descender a su pueblo de IBATH y de EBER, dos versiones -la primera más antigua que la segunda- de un mismo linaje. Y creo que esta tradición no sería céltica, sino ibérica. Ello evidenciaría el parentesco de los íberos de Irlanda -así como los de la Península Ibérica- con los pelasgos y hebreos, las otras ramas de la gran familia eberita.
En ese caso, EBER sería el antecesor común de los pueblos de la fachada mediterránea y atlántica del continente europeo. ¿Estaríamos hablando de una cultura pelásgica euroasiática (la impulsora del megalitismo en esta área)? La hipótesis es más que razonable.
Vuelvo a insistir: las tres primeras invasiones de Irlanda no tendrían carácter indoeuropeo -aunque hayan sido atribuidas a pueblos descendientes de MAGOG-, sino pelásgico. La referencia a MAGOG como inicio de su linaje aludiría al origen remoto del pueblo eberita (en las estepas euroasiáticas).
Tradicionalmente, se tiende a pensar en los pueblos de la prehistoria como atrasados y bárbaros, y a considerar que durante largos períodos había existido una absoluta y total inmovilidad. Pero la Historia demuestra que hasta en el pasado más remoto se han producido contactos a larga distancia, incluso de carácter marítimo. Es muy poco lo que se sabe de la Antigüedad, pero mientras más la conocemos, más nos sorprende. No nos dejemos arrastrar por nuestros propios prejuicios.
La lengua vasca: ¿protolengua europea? (Página 494 y siguientes de Los Hijos del Edén)
Creo que la mejor manera de aproximarnos a esa hipotética "lengua madre" sería encontrar una lengua que se hubiese mantenido aislada a lo largo del tiempo, a ser posible desde el período paleolítico. Y a este respecto, el caso más notorio podría ser el vasco. Por este motivo, buscando la "lengua madre" que he mencionado anteriormente, hablaré un poco de la lengua vasca.
Se suele afirmar que el vasco es un caso único y aislado, una lengua singular que, con los datos disponibles, parece sólo remotamente emparentada con otras lenguas conocidas. Como afirma Mark Kurlansky: "Es una lengua huérfana que ni siquiera pertenece a la familia indoeuropea de lenguajes" 18. Creo que esta consideración nace de un intento de convertir al pueblo vasco en una especie de "fósil" -o reliquia- de la Edad de Piedra. No en vano, los vasquistas están muy orgullosos de que el término que alude a hacha (aitzkora) contenga una raíz que significa "piedra" (aitz) 19.
Luigi Luca Cavalli-Sforza es de los que piensan que los vascos son los descendientes de los artistas que pintaron Altamira y Lascaux, hace unos 15.000 años: "Es muy probable que los vascos sean descendientes directos de los paleolíticos (y de sus sucesores mesolíticos) que vivían en el sudoeste de Francia y en el norte de España antes de que llegasen los neolíticos" 20. Pero a pesar de que se mezclaron -hasta cierto punto- con estos últimos, supieron conservar su lengua, que era la lengua propia de los cromañones: "Me parece muy verosímil la hipótesis según la cual la lengua vasca provenga de las lenguas habladas por los primeros humanos modernos de Cromañón (hace 35.000 ó 40.000 años), cuando ocuparon por primera vez la parte sudoriental de Francia y la parte nordoriental de España, y que los grandes artistas de las cuevas que hay en la región hablasen la lengua derivada de los primeros europeos, de donde proviene el vasco moderno" 21.
Mark Kurlansky añade a este razonamiento que los vascos compartirían las características físicas de los cromañones, a diferencia de españoles y franceses: son más grandes, tienen más pecho, así como anchos hombros, y son más fornidos. Los cromañones, según algunos, estarían presentes en ciertos tipos raciales que todavía se pueden encontrar en el Cantábrico, el País Vasco, la Dordoña francesa, Canarias (reminiscencia de la raza guanche), entre los andaluces, los bereberes y los irlandeses 22.
La genética parece aportar una prueba a favor del supuesto aislamiento ancestral del pueblo vasco: la forma Rh- (negativo) del gen AB0 es característica de Europa; y a este respecto, el porcentaje más alto lo tienen los vascos. Según Cavalli, su disminución posterior -a un nivel en cualquier caso inferior al 50%- sería atribuible a una mezcla con una población proveniente del Próximo Oriente (con Rh+). Nuevamente, el pueblo vasco se habría convertido en una "isla paleolítica" en el entorno neolítico que lo circundaba 23.
Hay una razón que hace pensar que los vascos no habrían vivido siempre en el mismo emplazamiento: su lengua parece una versión más reciente de una lengua aún más antigua. El vasco derivaría de una lengua que tendría origen en el Occidente de la Galia (el aquitano), que sólo tardíamente -tras el colapso del Imperio Romano- se implantaría en la zona donde es hablada actualmente 24. Ello se contradice, sin embargo, con la evidencia de que los romanos ya hacían referencia a un pueblo que ocupaba el área situada entre Navarra y parte de Aragón (los vascones), que no hablaba la misma lengua que sus vecinos.
Sea como sea, en un punto parece haber acuerdo general: los vascos serían la población más antigua del continente europeo. Sólo por esta razón, sería lógico suponer que su lengua sería la más próxima a la primitiva lengua que se hablaría en Europa antes de la llegada de las invasiones indoeuropeas. De hecho, según los expertos, la lengua vasca constituiría el último superviviente en Europa de las lenguas preindoeuropeas 25.
Sin embargo, el vasco no tiene en absoluto tal carácter de lengua "huérfana". Nótese: arktos (oso, en griego) y artz (oso, en vasco); arko (luz, en sánscrito), y argi (luz, en vasco); gora (montaña, en eslavo), y gora (altura, en vasco).
Ya hace mucho que existe una enconada disputa acerca de la filiación entre el vasco y la lengua íbera. Ramón Menéndez y Pidal decía a este respecto: “Al hablar del vasco se trata, queramos o no, de algo más general que el vasco, y es el íbero” 26. A favor de dicho parentesco tenemos los siguientes argumentos:
1. La existencia de topónimos ibéricos, extendidos por toda la península, que indudablemente se parecen al vasco: Iliberris (Granada, que equivaldría al vasco hiri-berri: ciudad nueva); Calagurris (Calahorra, que parece contener el término gorri: rojo); Egara (Terrassa; ¿de garai: alto?)...
2. La existencia de palabras homófonas: egiar versus egin (hacer); salir (en monedas de plata) versus zilar (plata); saltu versus zaldi (caballo); Gizon (nombre propio) versus gizon (hombre); andere (haciendo referencia a personas) versus andere (mujer); nescato versus neska (muchacha); Arse(tar) (de Arse, Sagunto), versus "Paris(tar)" (de París)... Se ha llegado incluso a descifrar un fragmento escrito en una vasija de Liria, representando una batalla naval, en el que se lee cutua teistea (en vasco gudu deitzea: o sea, "llamada al combate").
3. El vasco antiguo y el íbero parecen tener la misma estructura silábica. Y no sólo eso: no existe el sonido efe, ni probablemente el sonido pe, ni puede escribirse la secuencia muda+líquida (bri, cla...), por lo que se cree que no existieron dichos sonidos en la lengua íbera. Estos rasgos fónicos son comunes a la lengua vasca (el actual patxaran deriva de basaran; foru deriva del latín forum).
En contra de la posible homología íbero-vasca existe un argumento igualmente poderoso: además del documento de Liria antes reseñado, se afirma que no se ha podido descifrar ni una sola inscripción ibérica a partir de la lengua vasca. Ello indicaría que entre ambas lenguas mediaría un abismo. Se ha llegado a pensar que las posibles similitudes entre la lengua vasca e ibérica puedan deberse a préstamos entre una y otra, atribuibles a razones de vecindad.
Recientemente, como he señalado más arriba, el autor Jorge Alonso García, en la revista Selecciones de Misterios de la Arqueología (número 3), asegura que ha conseguido descifrar la lengua ibérica haciendo uso de la lengua vasca. Para ello habría hecho servir la que sería la piedra de Rosetta de dicho idioma de la Antigüedad: una inscripción bilingüe con la leyenda Are.Tace.Cen, acompañada del latín Heic.Est.Sit (aquí yace enterrado). Se da la circunstancia de que en vasco aratze cen significa "aquí yace el difunto" (eratzan: acostar + zen: difunto).
A la vista de dicho, parece claro que entre la lengua vasca y la lengua ibérica existen algo más que "coincidencias". Pero me interesa resaltar lo siguiente: creo razonable pensar que tanto el vasco, como el íbero, como otros idiomas del continente euroasiático, hubiesen compartido vocabulario proveniente de una raíz común: la lengua que yo llamaría "pelasga". Ello explicaría no sólo sus homologías con la lengua céltica y la ibérica, sino también con la lengua griega. Véanse los siguientes ejemplos:
VASCO versus GRIEGO
Hartz (oso) versus Arktos (oso)
Apar (espuma) versus Aphros (espuma)
Zitu (fruto de cosecha) versus Sitos (trigo)
Andere [o andre] (mujer) versus Andras (masculino)
En el terreno mitológico las coincidencias son también notorias: por ejemplo, en el País Vasco es común la creencia en las "lamias" (en vasco lamiak), mujeres malevolentes que encantan y matan jóvenes. Entre los griegos y romanos estos seres fantásticos serían mujeres demonio que devoraban niños. Pero esta tradición tiene aun un origen más remoto: la diosa Lamastu de la mitología babilónica, que como en el mundo clásico, representaba todos los peligros que acechan a la infancia. Entre los vascos paganos, Mari (o Mairu) era una diosa -o genio femenino- que vivía en las cuevas, y que como la Morrigan céltica adoptaba variadas formas.
Otras lenguas indoeuropeas comparten con el griego homologías con la lengua vasca: entre ellas el sánscrito, el gótico, el hitita... Como se ve, todas lenguas extintas o extremadamente antiguas. Ello hace pensar que el vasco habría compartido con el antiguo indoeuropeo una raíz lingüística común, que habrían existido préstamos entre ambas lenguas, o bien simplemente que habría mantenido una relación de vecindad con una lengua que habría aportado vocabulario tanto al vasco como al primitivo indoeuropeo. O, quién sabe, posiblemente el vasco es en sí una reliquia de la "lengua madre" de todas las lenguas euroasiáticas, sea cual sea ésta.
La respuesta a esta incógnita la podemos encontrar en la propia etimología de la palabra “euskaldún”, término que deriva de eguzki (sol). En palabras de Magdalena Isaeva 27: “Los vascos se consideran representantes de un país que se encuentra donde sale el Sol, al Este”. Ignoro si esta interpretación es correcta, pero de ser cierta, ligaría este topónimo a otros que, como Japón, o Magreb (Este y Oeste, respectivamente), dan fe de un “viaje”, un “trayecto”, desde un determinado lugar, situado previsiblemente en el Este.
Notas:
1 Página 118.
2 En el manuscrito irlandés Annales Hiberniae se dice (Ramón Sainero, página 192): “Cuatro hijos del rey Milesio [Mil], sesenta navíos a Hibernia [Irlanda] llevaron. Fueron dos (hermanos), Hiberos y Haremos, los que la región dividieron en dos partes”. San Isidoro, a su vez, asegura: “Scotia [Irlanda], conocida también como Hibernia, es una isla cercana a Britania, más pequeña que ésta en extensión, pero más fértil por su emplazamiento. Se extiende de suroeste a norte. Su parte primera está orientada a Iberia y el océano Cantábrico, y por eso se la denomina Hibernia” (Ramón Sainero, página 198).
3 Según Ramón Sainero (página 201) la coincidencia del nombre de la tribu galesa de los Silurus con el mons Silurus con el que Avieno llama a Sierra Nevada (en España) es algo más que una casualidad. Según Schulten, Tácito (Agrícola, II) señaló el tipo moreno ibérico de los Siluros, que se encuentra todavía en Gales e Irlanda.
4 Elisabeth Hamel y Theo Vennemann: Investigación y Ciencia, enero del 2003.
5 Pág. 58.
6 Colin Renfrew, en su obra Arqueología y lenguaje (pp. 184-185), al referirse a los antiguos pictos escoceses, hace alusión a la presencia de un grupo de población no indoeuropeo antes de la llegada de los celtas: ¿sería éste el que yo he denominado como pueblo "pelasgo"?
7 En Selecciones de Misterios de la Arqueología, número 3.
8 William Ryan y Walter Pitman, en El Diluvio Universal, elaboran una hipótesis similar: la civilización provendría de ciertas tribus protosumerias instaladas en las orillas del Mar Negro, que hace 9.000 años era un lago de agua dulce. Con el llamado Óptimo Holocénico el Mediterráneo desbordaría el actual mar de Mármara, precipitándose en una enorme cascada sobre la cuenca del Mar Negro. Estas tribus, dispersas y carentes de medios de vida, se dirigirían a distintos puntos de Europa, Asia y África, fundando las primeras civilizaciones históricas. La primera de ellas, El Obeid, precedente inmediato de la cultura sumeria.
9 Ancient Man in Britain, pág. 199.
10 En el capítulo anterior aludí a los íberos del Cáucaso, en relación a la estirpe de Jafet. En este capítulo nos ocupamos del linaje de Sem, y de su descendiente Eber. Por eso he creído conveniente hacer referencia, en este punto, a los posibles vínculos entre la población georgiana que en la antigüedad recibía el nombre de Iberia, y la Iberia peninsular, en el occidente europeo. Magdalena Isaeva, en su artículo “¿Una isla en los Pirineos? Una hipótesis: el origen caucásico de los vascos” (Historia 16, marzo de 1978), alude a la multitud de coincidencias entre los léxicos vasco y georgiano. Así tenemos erdi-guerdi (“mitad”, en vasco y georgiano, respectivamente), kiltza-clite (llave), buru-bura (“cabeza” en vasco “cubrirse la cabeza” en georgiano)… Los expertos han hallado más de trescientas sesenta coincidencias léxicas. Esta homonimia la encontramos también en los topónimos: Aragoa (un afluente del Ebro) frente a Aragui (afluente del río Cura, en el Cáucaso). El relato épico del monje Ivane Mtatzmindeli (que vivió en el siglo XI) habla de un “viaje” a España para encontrar un pueblo hermano del georgiano: el vasco. Algo parecido dice el historiador Apiano (del siglo II dC.), que escribe que los íberos de España y del Cáucaso tienen un origen común.
11 Si bien BEITHIS, según Mackenzie, es como se llama a la serpiente más grande y venenosa en la mitología céltica.
12 Añadiré estos otros nombres celtas: MUREDACH (abuelo de Tuan), STARN (padre de Tuan) o SMER (otro nombre de Lug). Todos ellos, homófonos respectivamente con MARDUK (el célebre dios babilonio), SATURNO y SAMARA, podrían ser reminiscencia de la lengua ancestral de la que hemos venido hablando. Reliquia de un pasado remoto en el que tal vez estos nombres de dioses o héroes constituirían naciones.
13 El relato mítico afirma que los PARTHOLON fueron los primeros agricultores y ganaderos.
14 No en vano, los túmulos alargados son llamados “de tipo ibérico” entre los entendidos (E.O. James, pág. 119-120): “Es en España, por consiguiente, donde debe buscarse, al parecer, los orígenes de la tradición megalítica del Boyne, siendo Bretaña la zona donde se consolidó y caracterizó”. “Así es como se explica que en una depresión aislada de la costa de Skye se encuentre una tumba de galería de tipo ibérico…”
15 D. A. Mackenzie afirma que la población que introdujo los túmulos redondos en Gran Bretaña tenía unas características raciales armenoides, no ibéricas.
16 Nótese que los DODANIM de los que hablamos, así como los descendientes de TARSHISH (tartésicos y etruscos) serían hijos de JAVÁN, homófono con JAVA. ¿De nuevo una casualidad?
17 Más coincidencias: el dios de la guerra irlandés, Néit, es homófono con el Niethos tartésico, asimismo dios bélico (sería equivalente al Ares griego o al Marte latino).
18 The Basque History of the World, pág. 23.
19 No sólo el hacha, sino también la azada (aitzkur) y el cuchillo (aitzto) tienen esta raíz. Ello sería consecuencia del hecho de que Vasconia constituyó, por decirlo de algún modo, “un lugar de refugio glacial”, donde se habría desarrollado el maravilloso arte rupestre del Magdaleniense. Los vascos, que según Ignacio Barandiarán (“De Cromagnon a Roma”, Historia 16, marzo de 1978) formarían parte del componente racial Cromañón, hablarían una lengua emparentada con otros idiomas preindoeuropeos. A este respecto, Elisabeth Hamel y Theo Vannemann (Investigación y Ciencia, enero del 2003) afirman: “Es probable que la lengua vascona empezara a formarse entre los grupos humanos que sobrevivieron a la glaciación en el sudoeste europeo”. De ahí los arcaísmos de términos como “hacha”, “azada” o “cuchillo” en el vocabulario vasco.
20 Opus cit., pág. 126.
21 Página 133. Louis Charpentier, en su a veces un tanto imaginativa obra “El misterio vasco”, comparte esta misma opinión: “Los artistas de Altamira, Santimamiñe, [y] Ekain son cromagnoides, antepasados de los Cro-Magnon que, en una etapa posterior, evoluciona hasta constituir el tipo vasco de los tiempos modernos” (pág. 25).
22 Los estudios de antropología física (Ignacio Barandiarán, “De Cro-magnon a Roma”, en el especial dedicado a los vascos en Historia 16, marzo de 1978), caracterizan a los vascos como mesocéfalos (por lo que se refiere a la forma craneal), y de elevada estatura, superior a la media francesa y española.
23 Significativamente, Escocia (país de los antiguos pictos) tiene niveles de Rh- parecidos a los de los vascos. La población vasca con un grupo sanguíneo B es casi inexistente, lo que indicaría una escasa mezcla con poblaciones provenientes del Este (asiáticas), donde éste es predominante. Los vascos comparten en casi tres cuartas partes de su población un grupo sanguíneo 0, frente a un 20-25% de población que comparte el grupo A, y un 0-3% que comparte el grupo B. Según los expertos, el grupo A es mayoritariamente europeo-occidental. ¿Sería ello prueba del carácter “autóctono” de esta población, con escasos intercambios genéticos con otras poblaciones europeas y asiàticas?
24 De ahí que Gascuña sea la forma gala de denominar el topónimo Vasconia.
25 Las existentes antes de la implantación de los pueblos indoeuropeos, provenientes de las estepas euroasiáticas o de la península de Anatolia, según se acepte una de las dos teorías a las que hemos hecho mención.
26 En torno a la lengua vasca. Citado por Jon Juaristi, pág. 198. A su vez Ramón Sainero sostiene que: “Por los estudios realizados, pese a todas las cautelas que entrañan este tipo de investigaciones, se considera que la relación entre el vasco y el íbero resulta bastante notoria. Ambas lenguas, pese a ser diferentes, guardan cierta relación, que muestra un posible origen común” (página 283).
27“ "¿Una isla en los Pirineos? Una hipótesis: el origen caucásico de los vascos"- Historia 16, marzo de 1478.