INVENTOS - ELECTRICIDAD

            La electricidad ha fascinado al ser humano a lo largo del tiempo. Los llamados "fuegos de San Telmo", los rayos y relámpagos, el magnetismo, la electricidad estática... Todos estos fenómenos han sido considerados desde antiguo el producto de unas fuerzas misteriosas y desconocidas, o bien ómenes generalmente de mal agüero. Hoy día, cuando han sido satisfactoriamente desvelados, se da la curiosa circunstancia de que todavía existen parcelas del saber que siguen siendo atribuidas a la magia. La ciencia evoluciona a un ritmo más rápido que el espíritu humano.

 

            Se dice que la semilla del estudio de los fenómenos eléctricos hay que buscarla en la lejana China, donde -hacia el II o III milenio aC.- sus sabios averiguaron que la magnetita tiene poderosas propiedades magnéticas. No en vano, los chinos inventaron la brújula (que -curiosamente- apuntaba hacia el Sur.)

 

Sin embargo, es una palabra griega la que da nombre a esta ciencia: electricidad deriva de "electron", el término por el cual los griegos conocían al ámbar. Hacia el 600 aC. Tales de Mileto comprobó que si frotamos el ámbar, éste atrae partículas de polvo: de ahí que asumiera la existencia de un fluido que él denominó "electron". También se le atribuye la siguiente frase: "El magneto tiene vida dentro de sí, porque mueve el hierro". Significativamente, "magnetismo" deriva de la región griega de Magnesia, puesto que Tales experimentó con magnetita procedente de esa región.

 

La electricidad es un producto de la llamada Revolución Científica. Fue el científico alemán Otto von Guericke el que acumuló electricidad por primera vez, en 1660, haciendo rotal una bola de sulfuro contra su mano. Como es bien sabido, Benjamin Franklin inventó en 1752 el pararrayos, demostrando así que la electricidad circula a través de barras metálicas, descargando (sin daño para las personas) en el suelo. En 1800 el científico italiano Alessandro Volta fabricó la primera pila eléctrica, al superponer alternativamente discos de cobre y zinc entre almohadillas de tela empapadas con ácido. Una reacción electroquímica entre estos discos generó un flujo constante de carga eléctrica.

 

El electroimán fue inventado en 1823 por el inglés William Sturgeon. Enrrolló un cable alrededor de una barra de hierro, y observó que al fluir una corriente eléctrica por el cable, la barra se imantaba. En 1831 el científico norteamericano Joseph Henry hizo uso del electroimán de Sturgeon para construir uno de los primeros motores eléctricos. Asimismo en 1831 Michael Fraday puso las bases para la invención del transformador y de la dínamo: con el primero, se puede cambiar el voltaje de una corriente alterna, y con el segundo, un magneto es empleado para convertir la energía mecánica en energía eléctrica sin necesidad de utilizar una batería. 

 

En 1870 el belga Gramme inventó una dínamo que genera electricidad de forma ininterrumpida, la cual puede ser empleada para uso doméstico e industrial. En 1884, gracias a la aparición de la turbina de vapor, la electricidad fue producida a gran escala a través del uso de generadores. La primera estación generadora que utiliza turbinas de vapor fue inaugurada en 1888 en Newcastle upon Tyne (Reino Unido). La primera estación hidroeléctrica fue instalada en 1895 en las cataratas del Niágara (USA). El cable superconductor es fruto de las investigaciones del científico holandés Heike Onnes, que en 1911 descubrió que los metales enfriados a muy baja temperatura se pueden convertir en superconductores (en otras palabras, disipan menos energía en forma de calor).

 

            El empleo de la electricidad supuso un avance revolucionario para la iluminación artificial. Las primeras "lámparas" consistían en quemadores de aceite, existentes desde la Edad de Piedra. Posteriormente, la aparición de la vela de sebo o cera (en Egipto, hace unos 2.000 años) y de la lámpara de gas (a principios del siglo XIX), no dejaron de ser unos pobres sustitutos de la luminiscencia solar. Pero la invención de la bombilla eléctrica cambió las cosas: gracias a ella podemos disponer de una claridad constante en cantidad y calidad, mucho más barata, segura y regular.

 

            La bombilla eléctrica fue patentada simultáneamente por Thomas Alva Edison y Joseph Swan en 1880. Su principio es muy sencillo: una corriente eléctrica calienta y hace brillar un filamento de carbón o metal. El vacío del interior de la bombilla impide que el filamento se queme. La luz de neón es algo posterior: fue inventada por George Claude en 1910. Hacia 1933 se empezó a emplear en la rotulación de calles, cines y establecimientos comerciales. La luz fluorescente apareció en 1935, y es de uso generalizado puesto que requiere menos electricidad que las bombillas convencionales. En 1960 Theodore Maiman inventa el LÁSER (acrónimo de Light Activation by Stimulated Emission of Radiation), empleado hoy día en los aparatos electrónicos (desde los escáneres de los supermercados, hasta los reproductores de discos compactos).

 

            La electrónica supone el uso de componentes especiales para controlar la electricidad. Entre ellos encontramos los siguientes: El tubo de rayos catódicos fue inventado en 1879 por William Crookes. En 1897 Ferdinand Braun diseñó el tubo de rayos catódicos que aún hoy día se emplea en televisores y pantallas de ordenadores. La válvula electrónica se la debemos a Ambrose Fleming, el cual en 1904 construyó una válvula simple (adaptación de una bombilla eléctrica). Con el añadido de un electrodo (por Lee de Forest, en 1906) la válvula electrónica podía amplificar la señal y transmitir así la música y la palabra. El circuito impreso (patentado en 1943 por el ingeniero alemán Paul Eisler) es el antecedente del moderno microchip (inventado por el norteamericano Jack Kilby en 1959). Gracias a los circuitos impresos, los megacomputadores al estilo del ENIAC (1946), equipado con 18.000 válvulas y 30 toneladas de peso, dieron paso a los minicomputadores.

 

En 1947 el transistor hizo innecesario el uso de la válvula electrónica, con lo que a finales de los 1960 los ordenadores adquirieron el tamaño de un frigorífico. El último paso hasta la aparición del moderno PC (Personal Computer) lo tenemos en la invención, en 1971, del microprocesador (o Central Processing Unit: CPU), un simple "chip" de silicio que contiene miles de componentes electrónicos. Gracias a éste, el ordenador puede reducirse aun más de tamaño, hasta adquirir las dimensiones de un equipo de televisión corriente. Los microprocesadores no los encontramos únicamente en equipos informáticos, sino también en teléfonos, semáforos, u otro tipo de aparatos electrónicos.

 

 

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