Leonardo da Vinci: una lectura gnóstica

En mi artículo Leonardo y el misterio de María Magdalena escribo lo siguiente:

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Códice Forster II, folio 3 Recto. A la derecha podemos leer Cristo; Giovan Conte, quello del Cardinale del Mortaro; Giovannina, viso fantástico, sta a Santa Caterina all'ospedale

"Dado que, según Jean Paul Richter, el Conde Giovanni estaría entre los rostros escogidos por Leonardo para retratar la fisonomía de Cristo (pasaje 667 de los Notebooks of Leonardo da Vinci), puesto que la cita a la tal Giovannina está inmediatamente después (J.P. Richter, pasaje 1404), y alude asimismo a su rostro, ésta podría representar a la única mujer que hay en este fresco, que no puede ser otra que María Magdalena, personificando a Juan 'el virginal', como hemos visto más arriba. Esta constatación pondría fin a la larga polémica acerca de este particular".

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Comparativa del rostro de Juan/Magdalena (arriba a la derecha) con el de otros personajes femeninos de la obra de Leonardo. Nótese la similitud con la virgen María de La Virgen de las Rocas (abajo a la izquierda)

Hemos de tener en cuenta que este códice (Forster II) fue escrito en 1495; o sea, cuando Leonardo empezó a trabajar en la Última Cena de Santa Maria delle Grazie de Milán. Es decir, Giovannina es sin duda la Magdalena que suplanta a Juan en dicho fresco.

En otros artículos de esta sección aludo a la costumbre, en Cataluña y Occitania, de representar a la Magdalena embarazada, o bien adoptando el papel de Juan Evangelista. Véase especialmente: El San Juan Andrógino y la Magdalena embarazada.

En este artículo no pretendo abundar en este tema, sino profundizar en una cuestión que hasta el momento ha sido interpretada de forma un tanto superficial: su concepto de "androginia". Desde mi punto de vista, éste asume las nociones básicas de la doctrina gnóstica, que sin duda Leonardo debió conocer a través de su maestro Marsilio Ficino. Pretendo demostrar esta asunción con el siguiente fragmento escrito, extraído de mi libro (aún por publicar) Leonardo, ese gran desconocido. Espero que sea de tu agrado.

Lecturas gnósticas de la obra de Leonardo

Leonardo debió inspirarse en diversos libros gnósticos a la hora de realizar sus escritos o sus obras pictóricas. Los ejemplos se agolpan. Ya hemos visto en la Introducción algunos ejemplos de su severo concepto del género humano: “El hombre es el más malvado de los animales”, “el hombre es un monstruo cruel”, “el hombre es un receptáculo de villanía, un cúmulo de la mayor ingratitud y depósito de todo vicio”, “la ignorancia es como el óxido que corroe el acero”, o “los ignorantes son sacos de excrementos, y peores que las bestias”. Estas inmisericordes frases hacen pensar en su Alegoría del espejo solar (véase más arriba) 1: un hombre sentado sostiene un espejo que refleja los rayos del Sol. Éstos iluminan la lucha de un grupo de animales (dos leones, un dragón alado, un unicornio, un lobo y un jabalí), situados enfrente. Quizás pretenda “darles luz” (en el sentido literal de la palabra), o bien mantenerlos lejos 2.

Véase a este respecto el Libro de Tomás: “Verdaderamente no considero a éstos como hombres, sino como bestias. Pues de la misma manera que las bestias se devoran entre sí, también los hombres de esta clase se devoran entre ellos” 3. ¿Acaso dichas expresiones, tales como “los hombres son peores que las bestias”, o su Alegoría del espejo solar, no hacen pensar en este libro gnóstico? Por lo que se refiere a la Luz, como epítome de estos saberes ocultos de origen gnóstico, Leonardo escribe: “La ciega ignorancia nos engaña y nos hace gozar con el resultado de sus juegos lascivos. Porque no conoce la verdadera Luz. Porque no sabe qué es la verdadera Luz. El vano esplendor nos aleja del poder de ser… ¡Contempla! Por culpa de su vano esplendor vamos al fuego, de modo que la ignorancia ciega nos engaña… ¡Oh, condenados mortales, abrid vuestros ojos!” 4. Compárese de nuevo con el Libro de Tomás: “Siempre que los elegidos abandonen la bestialidad [véase más arriba], entonces la Luz aparecerá ante su presencia”. O bien: “Quienquiera que busque la verdad en la verdadera sabiduría se hará alas para huir del ataque de la voluptuosidad”.

Tanto en los evangelios gnósticos como en los canónicos, la Luz expresa una idea muy potente: la del conocimiento, o sabiduría de las cosas ocultas: “Nada hay oculto sino para ser descubierto, y no hay nada escondido sino para que venga a la luz” (Marcos, 4, 22). “Nada hay oculto que no termine por quedar manifiesto, y nada escondido que pueda mantenerse sin ser revelado” (Evangelio de Tomás, 6).

La Luz es un elemento esencial en el mensaje oculto de Leonardo: “Cuando el Sol aparece y disipa la oscuridad en el mundo, apagas la luz que disipó la oscuridad para ti” 5. Leonardo emplea la misma analogía que Pitágoras, en relación a la luz y a la difusión del conocimiento 6. Ambos mensajes parecen compartir un mismo origen, asociado al gnosticismo y a ciertas sectas de inspiración rosacruciana (véase el capítulo 19) 7. Nuevamente, el Evangelio de Tomás expresa una idea muy similar: “Nadie enciende una lámpara y la coloca bajo el celemín o en otro lugar escondido, sino que la pone sobre el candelero, para que todos los que entran y salen vean su resplandor” (Evangelio de Tomás, 33) 8.

La verdad (la Luz) ha de ser accesible a todos; pero no todos son llamados a conocerla. Puesto que “La verdad no ha venido desnuda a este mundo, sino envuelta en símbolos e imágenes” (Evangelio de Felipe, 67). Así la revela Leonardo a sus semejantes, como tendremos ocasión de comprobar en el capítulo 19. Un ejemplo muy conocido de las “imágenes veladas” que emplea Leonardo para dar a conocer el “secreto” a los “elegidos” es la célebre figura de la Magdalena, adoptando el papel de Juan Evangelista en la Última Cena de Milán. Aquí María Magdalena sustituye al “discípulo amado de Jesús” (Juan Evangelista), siendo reconvenida (si no amenazada) por Pedro con un gesto ostentoso; con la otra mano empuña un cuchillo de forma inquietante 9. Leonardo representó e forma inequívoca la presencia de una mujer en el Cenáculo de Milán, adoptando el papel de Juan 10.

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Juan/Magdalena es amenazada por Pedro en La Última Cena de Leonardo

Si observamos el detalle más relevante del Cenáculo, comprobaremos que Pedro amenaza a Juan-Magdalena con la palma de una mano. Desde mi punto de vista, ambos detalles (la amenaza de Pedro y la androginia de Juan-Magdalena) aparecen puntualmente mencionados en el Evangelio de Tomás (párrafo 114): “Simón Pedro les dijo: ‘¡Que se aleje Mariham [Magdalena] de nosotros!, pues las mujeres no son dignas de la vida’. Dijo Jesús: ‘Mira, yo me encargaré de hacerla macho, de manera que también ella se convierta en un espíritu viviente, idéntico a vosotros los hombres: pues toda mujer que se haga varón, entrará en el reino del cielo’” 11.

Ello nos ha de hacer conscientes de dos realidades: el concepto de “androginia”, que Leonardo plasmó una y otra vez en su obra, podría estar fundamentado en este libro apócrifo del primer siglo después de Cristo; y por otro lado, Leonardo tuvo acceso a una información (el Evangelio gnóstico de Tomás, el Libro de Tomás, el Evangelio de Felipe, la Pistis Sofía, el Protoevangelio de Santiago, el Evangelio de María Magdalena, etc.) que no estaba al alcance de las personas comunes; y que en aquellos momentos podía provocarle muchos problemas con la Inquisición. Ello sería una prueba más de su manifiesta “herejía”.

Pero centrémonos en el principal problema del texto antes citado (Evangelio de Tomás, 114). No nos hemos de dejar engañar por su sentido literal, pues no se trata de un manifiesto antifemenino (o misógino). En su lugar, alude al concepto gnóstico de la “hierogamia divina” (los esposorios sagrados). Marihan representa aquí la Sofía (es decir, la Sabiduría), que es estéril si no se transforma en macho (en el Conocimiento): “La Sofía es estéril, sin hijos; por eso se la llama sal…” (Evangelio de Felipe, 36); “Digamos –si es permitido- un secreto: el Padre de Todo se unió con la virgen…” (Evantelio de Felipe, 82); “Cuando seais capaces… de reducir a la unidad lo masculino y lo femenino, de modo que el macho deje de ser macho y la hembra hembra… entonces podréis entrar en el Reino” (Evangelio de Tomás, 22).

Aurelio de Santos Otero escribe, a este respecto: “Esta unión [la hierogamia divina] se corresponde con los conyugios entre Cristo y el Espíritu Santo, o entre el Salvador y la Sofía inferior, o incluso con el de Jesús y María Magdalena en la esfera terrenal” 12. A este respecto, el Evangelio de Felipe (párrafo 55) dice lo siguiente: “La Sofía –a quien llaman ‘la estéril’- es la madre de los ángeles; la compañera de Cristo es María Magdalena. El Señor amaba a María más que a todos los discípulos, y la besó en la boca repetidas veces”. Ello explicaría la animadversión de Pedro hacia María Magdalena, y la fusión de ésta con Juan, en aplicación de los principios gnósticos antes reseñados, que se resumen en un único concepto (la androginia), que tendremos ocasión de explicar en otro lugar (capítulo 10).

En aplicación del axioma de que la Verdad está velada por símbolos, el gnosticismo equipara la Verdad (la Aleteia) a la Sofía, y el Conocimiento a la Gnosis: “La madre es la verdad, mientras que el conocimiento es el padre” (Evangelio de Felipe, 110). Los cabalistas hebreos llamaron Uno a las nupcias entre el aspecto femenino de Dios (la Shejiná), con El Santo, su aspecto masculino: “Si el Santo, Bendito sea, era el Rey, la Shejiná es la Reina, la Princesa o la Esposa del Rey: Rey y Reina, Esposo y Esposa, son el ‘macho’ y la ‘hembra’” 13. A Este respecto el Zohar (III-tb) dice lo siguiente: “Se llama Uno a la unión del Macho y de la Hembra; y sólo cuando la Hembra está unida al Macho puede emplearse esta palabra”.

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Comparativa de La Santa Cena de Solsona y de La Última Cena de Leonardo. Nótese, abajo, la V que conforman María Magdalena y Cristo

Este principio gnóstico y cabalístico (la Cábala es la expresión hebrea del gnosticismo) es reflejado, de nuevo, por Leonardo en su Cenáculo. Como es bien sabido, uno de los símbolos fundamentales del genio florentino es el Andrógino, o el Hermafrodita, la Unión en un mismo individuo de los principios masculino y femenino, y por tanto la expresión del Uno (véase más arriba). En la Última Cena el primero (Cristo, el Salvador) forma con la segunda (Juan-Magdalena) una figura en forma de V, que podría plasmar por un lado el Grial (el receptáculo, la crátera) y por otro podría constituir la expresión latina del Uno (la V mayúscula equivale a la U latina) 14. Esta representación ejemplifica que sin su expresión femenina (la Magdalena) el Uno (Cristo) no está completo. De ahí que ambos personajes (Cristo y Magdalena) llevan ropa con colores invertidos: vestido azul y túnica roja en Ella, y vestido rojo, túnica azul en Él. Desde mi punto de vista, la V que conforman con sus cuerpos haría alusión al principio gnóstico de la Unión de los principios macho y hembra, que a su vez simbolizan el conocimiento y la sabiduría (Gnosis y Sofía), los cuales están en la base de la androginia leonardiana; que, por supuesto, hemos de interpretar trascendiendo sus connotaciones profanas, para centrarnos en su lectura más esotérica.

Notas

1 Département des Arts Graphiques, Musée du Louvre, París, 2247.

2 Véase la figura 2.

3 Libro de Tomás el contendiente. Primera mitad del siglo III.

4 J.P. Richter, nota 1182.

5 J.P. Richter, nota 687.

6 La frase exacta de Pitágoras es como sigue: Ad lucernam faciem in speculo ne contemplator: es decir, “no os miréis al espejo a la luz de la antorcha”. Pitágoras. Sentencias y versos de oro. Biblok, página 131.

7 Evangelio de Felipe (párrafo 75): “Sin luz nadie podrá contemplarse a sí mismo, ni en una superficie de agua ni en un espejo; pero si no tienes agua o espejo –aun teniendo luz- tampoco podrás contemplarte. Por ello es preciso bautizarse con dos cosas: con la luz y con el agua. Ahora bien, la luz es la unción”.

8 Aunque es posible que Leonardo se inspirara directamente en Pitágoras, a través de una cita de su maestro Marsilio Ficino

9 Véase la figura 56.

10 Leonardo escribe: “Cristo. Giovan Conte, quello del Cardinale del Mortaro”; y después “Giovannina, viso fantastico, sta a Santa Caterina all’ospedale” (Jean Paul Richter, Notas 667 y 1404). Códice Forster II, 3 r (datado en 1495). Es evidente que esta Giovannina no puede ser otra que María Magdalena, que en el Cenáculo de Milán usurpa el papel de Juan Evangelista (de ahí su nombre: Giovannina).

11 Es significativo el hecho de que en la Última Cena de Leonardo es Tomás quien levanta el dedo hacia el Cielo (símbolo esotérico de “conocimiento superior”, o gnosis), lo que podría indicar que Leonardo se sirvió de este libro gnóstico (El Evangelio de Tomás) para representar el rechazo de Pedro a Magdalena y el concepto de androginia. En los Hechos de Tomás, otro libro apócrifo, se llama a este apóstol, reiteradamente, “hermano gemelo de Cristo”: “Yo sé que tú [Tomás] eres el hermano gemelo de Cristo” (Tercer Hecho). Por eso se lo conoce como Dídimo (tanto el arameo Tomás como el griego Dídimo significan lo mismo: “gemelo”). Curiosamente, a la derecha de Tomás otro apóstol, Santiago el Mayor, tiene un parecido notable con Cristo. ¿Es ello casual?

12 Los Evangelios apócrifos. Biblioteca de Autores Cristianos. Página 388. En mi libro Temas de Historia Oculta II, las doctrinas prohibidas (página 73) escribo los siguiente: “La Sofía es uno de los eones superiores, que en el gran drama gnóstico conocido como Pistis Sophia se ve tentada por el orgullo, y prendada de la materia. Su arrepentimiento conmueve a las potencias superiores, que la sacan del abismo y la colocan en el extremo inferior del reino de la Luz. En este purgatorio encontrará al Conocimiento, su cónyuge macho; entonces podrá ser rescatada de su caída”.

13 Julio Peradejordi. La Cábala. Obelisco, página 44.

14 Otros interpretan que se trata de una M, en alusión tal vez a Magdalena.

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