El perro del hortelano

 

Hace muchos años un pobre hortelano vivía en su pequeña casa con un perro. Éste era muy celoso, y siempre que venía un extraño se ponía a ladrar...

Pero a pesar de todo, su dueño lo quería mucho... Porque como vivía solo, le hacía mucha compañía...

"Mi perro es un poco protestón, pero a pesar de todo, ¡yo lo quiero un montón!"

Un buen día de invierno el hortelano encontró un pequeño gatito, aterido de frío, en mitad de la calle... Y como le dio mucha pena, se lo llevó a casa.

Y como era de esperar, ¡al perro del hortelano le entraron unos celos horribles! Porque pretendía que su dueño, ¡no le quisiera más que a él! Así que, por la noche, en su bonita caseta, se puso a ladrar.

Sí, porque pensaba que si el gato vivía dentro de la casa, ¡el también quería vivir dentro de la casa!

"Bueeeeno... Dejaré que mi perro duerma dentro de casa, y así ya no ladrará".

¡Pero qué va! El perro aún no estaba contento... Porque pensaba que si el gato dormía en la cama, ¡él también quería dormir en la cama! Así que la siguiente noche se la pasó también ladrando.

Y el hortelano, comprendiendo que su perro quería dormir con él, le dejó subirse a la cama la noche siguiente...

"Bueeeeno... Dejaré que mi perro duerma encima de mi cama, y así ya no ladrará".

Pero, ¿sabéis? El perro aún no estaba contento... Como eso de dormir en una cama tan mullida y confortable le había gustado tanto, ¡quería tener la cama para él solo! Y que su dueño y el gato durmieran en el suelo... Así que se pasó la noche siguiente ladrando, así...

¿Y creéis que esta vez el hortelano le hizo caso?

¡Claro que no! Porque ahora el perro se estaba pasando de la ralla... En su lugar, muy enfadado, ¡lo echó de su casa! Y éste se puso a aullar la siguiente noche, así...

Aúuuuhhh...

¡Pobre hortelano! Ya llevaba cuatro noches sin dormir por culpa de su perro... ¡Y ya no podía más! Así que le volvió a dejar a entrar en su casa... ¿Y creéis que el perro le dejó dormir por fin?

¡Pues sí! No sólo el hortelano, sino también el perro, estaban muertos de sueño... Y esa noche durmieron como dos troncos...

Y con el tiempo, el perro y el gato se hicieron muy amigos, y en la casa del hortelano ¡ya no volvieron a pasar una noche sin pegar ojo!

Moraleja: Dos no se pelean si uno no quiere.

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