Sobre los ovnis, y todo eso

Ayer, día 19 de junio del 2022, estaba en la playa de Empúries (Baix Empordà), cerca de l'Escala, tomando una cerveza con unas patatas y unas olivas con hueso. Leía la versión en catalán de La Vanguardia, cuando vi la siguiente noticia: 

La Vanguardia, 19 de junio del 2022 (en catalán): “Els ovnis sobrevolen la guerra freda”. Es deia Kenneth Arnold. A la seva absència de prejudicis devem que els EUA pregonessin el que es considera el primer albirament de plats voladors de la nostra història moderna. Aquell 24 de juny del 1947 pilotava el seu avió privat quan va veure una cadena de nou objectes voladors plans i brillants a gran velocitat. Se'l considera el primer home en la història que va ser testimoni de l'existència de tals objectes no identificats. La seva declaració va obtenir un gran ressò mediàtic. En plena guerra freda, els nord-americans van creure a ulls clucs el seu testimoni i van percebre la presència d'aquells platerets com una amenaça. Els ufòlegs els van considerar vinguts de l'espai exterior. Fos com fos, van propiciar el caldo de cultiu de l'origen d'una de les sigles més populars de la segona meitat del segle XX: ovni./ Teresa Amiguet. 

Me sorprendió por el tono neutro y para nada sarcástico del planteamiento de la noticia. Ciertamente, el evento Arnold es considerado convencionalmente como el inicio de la moderna ufología (se anticipó en poco más de una semana al célebre “caso Roswell”, el cual tuvo lugar el 2 de julio del mismo año). Por supuesto, no le di más vueltas al asunto, y seguí leyendo. Sin embargo, por la tarde, leí lo siguiente, de la obra de Frances Yates Giordano Bruno and the Hermetic Tradition: 

Bruno is chiefly celebrated in histories of thought and of science, not only for his acceptance of the Copernican theory, but still more for his wonderful leap of the imagination, by which he attached the idea of the infinity of the universe to his copernicanism [en su obra De l'infinito univrerso e mondi], an extension of the theory which had not been taught by Copernicus himself. And this infinite universe of his, Bruno peopled with innumerable words all moving through the infinite space -thus finally breaking down the closed mediaeval Ptolemaic universe and initiating more modern conceptions... Bruno's belief in infinity and innumerable worlds is based on the principle of plenitude, that an infinite cause, God, must have an infinite effect and there can be no limit to his creative power” (Frances Yates, Giordano Bruno and the Hermetic Tradition. Vintage, 1969. Página 244). 

Me llamó la atención la coincidencia. A Giordano Bruno lo quemaron en la hoguera, en 1600, por afirmar que en el Universo había infinitos mundos, y todos ellos estaban habitados. Véase seguidamente el post de Wikipedia: 

Wikipedia: Giordano Bruno, de nacimiento Filippo Bruno (Nola, enero o febrero de 1548-Roma, 17 de febrero de 1600), fue un astrónomo, filósofo, teólogo y poetaitaliano. 

Sus teorías cosmológicas superaron el modelo copernicano, pues propuso que el Sol era simplemente una estrella y que el universo debía contener un infinito número de mundos habitados por animales y seres inteligentes. Miembro de la Orden de los Dominicos, propuso en el campo teológico una forma particular de panteísmo, lo cual difería considerablemente de la visión cosmológica sostenida por las distintas confesiones cristianas. 

Además de estos razonamientos, sus afirmaciones teológicas también fueron otra de las causas de su condena, que lo llevaron a ser ejecutado por las autoridades civiles de Roma después de que la Inquisición romana lo declarara culpable de herejía, razón por la cual fue quemado vivo en la hoguera. Tras su muerte, su nombre ganó fama considerable, particularmente en el siglo XIX y principios del XX. 

En ese momento pensé que era mucha casualidad que en un mismo día hubiese topado con una efemérides (el 75 aniversario de la moderna ufología) completamente compatible con el texto que estaba leyendo (el drama de un anticipador, que hace más de 400 años aseguraba que todos los mundos estaban habitados, por obra del Creador). Si a ello le añadimos los eventos que tuvieron lugar la noche anterior (18 de junio), llegué a la conclusión de que “debía hacer caso a la señal” (sí, yo creo en “señales”, y no por ello soy supersticioso; pero éste es otro tema). 

Así que me propuse “coger el toro por los cuernos” (como se dice aquí) y tratar de la manera más seria posible el fenómeno de los ovnis, o ufos (en su grafía inglesa; aunque ahora éstos se denominan como uap [unidentified aereal phenomenon], lo que en puridad en castellano se traduciría como fani [fenómeno aéreo no identificado]). Con ello añadiré un clavo más a mi cruz de “persona poco seria”, que se preocupa por cuestiones tan poco ortodoxas como la vida oculta de Leonardo (“embolica que fa fort”, o “líala que algo queda”, me han dicho), la existencia de supuestas civilizaciones perdidas (¡válgame Dios!), o las corrientes ocultas -y subterráneas- de la Historia. En definitiva, si alguien quiere colgarme un sambenito más (ahora el de “ufólogo”), me presto encantado. Total, ya estoy acostumbrado. 

Los ovnis en la Historia

No es mi intención hacer una defensa de la ufología convencional, sino que únicamente pretendo dar a conocer algunos eventos que mostrarían que tales “fenómenos aéreos no identificados” han existido desde siempre, tal vez desde el Paleolítico, acompañando la evolución de la especie humana:

Peter Kolosimo, en su libro Astronaves en la prehistoria [Plaza y Janés, 1974], considera que los “platillos volantes” llegaron a la Tierra mucho antes del desarrollo de la civilización. No en vano, señala, los encontramos ya en varias cuevas del Magdaleniense europeo, dibujados con todo detalle. Y tienen una antigüedad de al menos 15.000 años.  

OVNIS MAGDALENIENSE.jpg - 38.96 KB

Algunos opinan que los “aliens” nos visitaron en la Edad de Piedra

Crédito: Arte prehistórico y ciencia ficción: los retos de la divulgación académica. Alberto Lombo Montañés. ArqueoWeb, 18, 2017: 31-61

A Altamira. B Niaux. C Trois-Frères. D Cullalvera (Michel, 1969: 6, figs. 6, 11, 10 y 12). E Pair-non-Pair (Michel, 1969: 4, fig. A. 1). F Cougnac (Michel, 1969: 4, figs. A.4). G Pech Merle (Clottes et al., 1990: 39, fig. 22). H Le Placard (Clottes et al, 1990: 26, fig. 10).

Nota: El autor se explaya desacreditando las teorías ufológicas ligadas a la prehistoria, pero no da ninguna explicación de los dibujos en forma de “platillo” que él mismo expone en la figura de arriba. 

Ya en la Antigüedad, diversos autores hablan de “objetos volantes no identificados”. Entre ellos Ezequiel, con sus archiconocidas “ruedas”. Pero también autores paganos y cristianos como Apolonio de Tiana y Agustín de Hipona: 

G.R.S. Mead, en su biografía de Apolonio de Tiana (editorial Dédalo), habla de un templo descrito por uno de sus discípulos (Damis). Del techo penden cuatro Iygges áureos, que los magos llaman “lenguas de los dioses”. Son cuatro ruedas aladas o esferas, descritas —de forma imperfecta— por Ezequiel. El asunto no es baladí, porque en estas esferas habrían llegado los dioses que “enseñaron a nuestra humanidad infante”, y posteriormente regresaron a su lugar de origen cuando realizaron su misión.  

Llama la atención aquí que los discípulos de Apolonio de Tiana, célebre filósofo griego del siglo I aC., aluden a los dioses que, empleando tales vehículos, “enseñaron a nuestra humanidad infante”. Según este testimonio, los dioses (los extraterrestres que los tripulaban) estarían en la base de nuestra civilización y de nuestro conocimiento. En mi último libro, El Árbol de los Mitos (escrito simultáneamente con mi colega Diego Méndez), digo lo siguiente al final del tercer capítulo (La raíz de los mitos): 

Me parece difícil aceptar que aquellos que estaban -a duras penas- en un nivel de tecnología del Neolítico temprano difundieran por el mundo no sólo los 'motivos' mitológicos de los que hemos hablado a lo largo de este libro, sino también conocimientos mucho más complejos de tipo matemático, astronómico y geodésico, como aquellos de los que he hablado más arriba (duración del año precesional, dimensiones de la Tierra y longitud del metro, etc.) Es mucho lo que queda por saber acerca del origen de nuestros mitos, y aún más sobre los orígenes de la Civilización”.
A buen entendedor, pocas palabras bastan. Por supuesto, ésta es mi opinión, que no es necesariamente compartida por Diego Méndez, coautor del libro.
 

San Agustín, teólogo cristiano del siglo V dC., se hace eco de “avistamientos” de ovnis que tuvieron lugar en tiempos antiguos. En el capítulo VIII del Libro XXI de La ciudad de Dios [versión de la Biblioteca de Autores Cristianos, BAC Ediciones, año 2009; página 961], se puede leer un párrafo que hace pensar en una experiencia OVNI sucedida ¡dos mil años atrás!:  

Entre las obras de Varrón [siglo I a.C]. hay una cuyo título es La nación romana. De ella cito aquí textualmente: 'Apareció en el cielo un extraño portento: en la brillante estrella de Venus, llamada Vesperugo por Plauto y Hésperos por Homero, calificándola como la más hermosa, escribe Cástor que tuvo lugar una tal maravilla, que cambiaba de color, de tamaño, de forma, de trayectoria. Un hecho como éste jamás había ocurrido antes ni ocurrió después. Adrasto de Cícico y Dión de Nápoles, célebres astrónomos, afirmaban que el hecho tuvo lugar durante el reinado del rey Ogiges'. Nunca llamaría portento a este fenómeno un autor de la categoría de Varrón si no le pareciera que se trataba de algo contra las leyes de la Naturaleza... La estrella más conocida de todas por sus dimensiones y su brillantez cambió su color, su tamaño, su forma —y lo que todavía es más portentoso— la dirección y la ley de su trayectoria”. 

En otras culturas, esta vez de Asia, existen testimonios similares, que aluden al papel de los extraterrestres (llamados “dioses”) en la formación del espíritu humano: 

Un texto babilonio llamado Halkhatha afirma lo siguiente: “El conocimiento del vuelo es muy antiguo, un regalo de los antiguos dioses para salvar vidas”. En otro texto babilónico con cinco mil años de antigüedad, el Sifr’ala de Caldea, se explica cómo construir y hacer volar un aeroplano, que incluye elementos de cobre y de grafito. También se exponen los efectos del viento en la estabilidad. Una leyenda china nos habla de cómo el emperador Chent Tang ordenó a su ingeniero Ki-Kung-Shi el diseño de un “carro volador”, que posteriormente mandó destruir “para que no cayera en malas manos”. En la literatura india se alude, asimismo, a máquinas voladoras llamadas vimanas. Y se concreta la energía que las pone en marcha, supuestamente basada en el mercurio (Time Line, Feats and Wisdom of the Ancients. Publicado en 1990). 

Durante la Edad Media y Moderna este tipo de fenómenos continuaron sucediendo. He aquí dos ejemplos: 

En el Liber de Grandine et Tonitruis, un tratado contra las supersticiones, obra de Agobardo de Lyon (obispo francés del siglo IX) se nos habla del “país volante de Magonia”, de donde zarpan embarcaciones que surcan las nubes. Los magonios tienen tratos con los brujos de las tormentas, que los proveen de “frutos” que pagan con favores no especificados. Agobardo explica el caso de tres hombres y una mujer que una turba de gente pretendía liquidar, al haber “caído de las naves magonianas”. Edward Kelly, médium del célebre mago inglés John Dee, decía haber encontrado a un “extraño enano que navegaba en una nubecilla ardiente”, según afirma su patrón John Dee en sus diarios (Leonard George, Enciclopedia de los herejes y las herejías. Robin Book, 1998). 

También en las Américas, en concreto entre los Hopi de Arizona y Nuevo México, se nos habla de platillos volantes, según consta en su tradición mítica: 

Nótese a este respecto las patuwvota del Tercero de los Mundos habitados, según narran los indios hopi de Arizona. Éstos describen a dichos vehículos prehistóricos como “escudos volantes”: En el tercer mundo [Kuskurza], a diferencia de los dos primeros, el ser humano se convirtió en un homo faber [un hombre tecnológico]. Construyó grandes ciudades y una civilización muy avanzada. De acuerdo con el relato de los ancianos del pueblo hopi, sus habitantes se desplazaban por el cielo en unos vehículos en forma de escudo a los que llaman patuwvota. Pero como en el primer y segundo mundo, emplearon sus conocimientos no para construir, sino para destruir. Los dirigentes del tercer mundo usaban los patuwvotas para atacarse los unos a los otros. Y de nuevo Taiowa [el dios Sol] decidió actuar. Encargó al Dios Hacedor Sotuknang que advirtiera a los pocos humanos virtuosos que aún quedaban que se refugiaran en unas cañas de bambú selladas, con agua y hurúsuki [harina de maíz blanco]. Y allí estuvieron, días y días, mientras olas tan altas como montañas invadieron todo el horizonte divisado hasta entonces. Finalmente recalaron en la cima de una montaña. A su alrededor sólo había agua (Frank Waters, Book of the Hopi. Citado en Ecos de la Atlántida, página 210). 

No tengo testimonios escritos de eventos ufológicos durante la Edad Moderna (aparte del de Kelley-Dee antes referido). Pero contamos con al menos dos obras artísticas que parecen reflejar “avistamientos ovni”:
Crucifixin.jpg - 114.02 KB

 

Dos cuadros que parecen reflejar “avistamientos ovni” 

Llegamos a la Edad Contemporánea. Charles Fort, en El libro de los condenados, aporta literalmente decenas de casos de “avistamientos” de objetos extraños, tanto en el mar como en tierra, que tuvieron lugar en todo el mundo en el siglo XIX y a comienzos del XX. Los describe como “ruedas” (curiosamente, como lo hace Ezequiel), como discos, como luces, etc. Algunos objetos tienen forma triangular. Sea como sea, los eventos que explica se parecen más que significativamente a los referidos por los modernos ufólogos. Y algunos de ellos son revelados por los “pilotos” de sus días. Estoy hablando, en concreto, de tripulantes y capitanes de navíos. 

De acuerdo con Domingo Santos, en el prólógo de su obra El libro de los condenados [Rumeu Editor, 1970]: “El libro de los condenados aparecía por primera vez en Nueva York en 1919, editado por Boni and Liveright Inc., y su aparición causaba un verdadero escándalo, siendo al mismo tiempo alabado como uno de los libros más lúcidos de los últimos tiempos, e insultado como una de las aberraciones más monstruosas de toda la historia de las pseudo-ciencias. Y así, en la polémica, el libro obtenía un éxito extradordinario. Algunos lo comparaban con The Golden Bough, la monumental y famosa obra de Frazer; otros lo equiparaban a un moderno Apocalipsis. Los más calificaban a Charles Fort como “la mayor figura literaria [norteamericana] después de Edgard Allan Poe”. 

He aquí el post de Charles Fort en Wikipedia: 

Wikipedia: Charles Hoy Fort (Albany, 6 de Agosto de 1874-Bronx, 3 de mayo de 1932) fue un investigador estadounidense, conocido por dedicarse al estudio de fenómenos anómalos no solventados por la ciencia de su época. Los términos «forteano» y «forteana» se usan a veces para caracterizar tales fenómenos. Su obra sigue inspirando a admiradores, que se refieren a sí mismos como «forteanos», y ha influido en algunos aspectos de la ciencia ficción. 

Es bien cierto que su aportación no deja de ser un mero ejercicio de acumulación de anécdotas, extraídas de la prensa de su tiempo, o de diversas crónicas. Pero no hay ninguna fuente tan prolija como ésta en la que se puedan obtener tal número de eventos de tipo ufológico, con anterioridad a los casos clásicos de Kenneth Arnold y Roswell, de 1947, referidos más arriba. He aquí algunos de ellos (entre muchos otros): 

Capítulo 20:  

Un corresponsal de Nature (3) en el condado de Wicklow, en Irlanda, vio, a las seis de la tarde, un objeto triangular atravesar el cielo. Era de color oro amarillento, se parecía a la Luna en su creciente de tres cuartos y, evolucionando lentamente, tardó cinco minutos en desaparecer tras una montaña. El redactor de la publicación estima que debía tratarse de un globo escapado. 

El 27 de agosto de 1885 (6), a las ocho y media de la mañana, Mrs. Adelina D. Basset observó en las Bermudas “un extraño objeto que procedía del sur en medio de las nubes”. Llamó a su amiga Mrs. L. Lowell y ambas vieron, no sin alarma, el objeto de forma triangular, parecido a una vela de bote, y del que pendían cadenas, mostrar intenciones de aterrizar, para alejarse después por encima del mar y desaparecer finalmente muy alto entre las nubes. 

En Lebanon, Connecticut (12), la tarde del 3 de julio de 1882, dos formas luminosas triangulares fueron observadas en el borde superior de la Luna. Desaparecieron, y dos sombras triangulares fueron observadas tres minutos más tarde en el borde inferior. Se acercaron una a otra, se confundieron y desaparecieron. 

El 8 de abril de 1913 (13), en Fort Worth, Texas, descripción de la sombra en el cielo de un objeto invisible, que se supuso era una nube, y que se desplazó con el sol poniente. 

Del Rept. Brit. Assoc. (14): Dos observadores vieron durante seis noches un objeto triangular atravesar el cielo, a un considerable paralaje. Estaba muy próximo a la Tierra. 

Capítulo 21:  

En Cherburgo, Francia, el 12 de enero de 1836, un cuerpo luminoso que representaba los dos tercios de la Luna pareció girar como sobre un pivote. Llevaba en su centro una cavidad oscura (9). 

Mr. S.C. Patterson (14), segundo del vapor Delta, cuenta que el 14 de marzo de 1907 en el estrecho de Malaca, a las dos de la madrugada, vio durante una media hora “rayos que parecían girar sobre un eje, como los radios de una rueda; parecían medir trescientos metros de largo”. 

El Nautical Meteorological Annual (16), publicado por el Instituto Meteorológico danés, seala un “singular fenómeno” observado por el capitán Gabe, del vapor danés Bintang. A las tres de la madrugada, el 10 de junio de 1909, en pleno estrecho de Malaca, el capitán Gabe vio una rueda luminosa girar sobre su eje a ras del océano. El centro estaba próximo al horizonte, no se podía ver más que la mitad, y fue visible durante quince minutos. Los movimientos de esta rueda no eran sincrónicos con los de la nave. 

En la reunión de la Asociación Británica (17), en 1848, sir W.S. Harris leyó el informe de una nave en dirección a la cual “habían arremolinado dos ruedas de fuego, que la tripulación comparó con dos ruedas de molino en llamas”. En el momento en que se aproximaron se oyó un horrible chasquido: los masteleros fueron pulverizados. Se dijo que se produjo un fuerte olor de azufre. 

Capítulo 24:  

Fenómeno extraordinario y singular”, observado en Gales del Norte, el 16 de agosto de 1894: un disco del que se proyectaba un cuerpo anaranjado “parecido a un pez plano alargado” y señalado por el almirante Ommanney (1): un disco prolongado por una especie de garfio, grande como la Luna pero más brillante, observado durante veinte minutos en la India en 1838, y del que se trazó un diagrama (2)... Una especie de trompeta gigantesca de ciento treinta metros de largo, suspendida verticalmente y oscilando suavemente, es visible cinco o seis minutos en Oaxaca, Méjico, el 6 de julio de 1874 (7); un gran cuerpo rojo, desplegándose lenta y visiblemente durante quince minutos en Marsella, el 1 de agosto de 1871 (8); una especie de señal luminosa, observada por Glaisher, el 4 de octubre de 1844, “tan brillante como Júpiter y enviando ondas rápidas y parpadeantes de luces” (9); una especie de cometa desplazándose seis grados por hora es señalado por Purine y Glancy, del observatorio de Córdoba, en Argentina, el 14 de marzo del 1916 (10). 

Nicola Tesla, un anticipador del proyecto SETI de búsqueda extraterrestre 

Por último, no puedo dejar de mencionar el caso del genial inventor Nikola Tesla, un científico de mente abierta, quien describió un supuesto contacto con extraterrestres, a través de un dispositivo de su propia invención, en los últimos años del siglo XIX. Ello le animó a desarrollar una tecnología para entrar en contacto con las civilizaciones alienígenas, que él situaba en nuestro sistema solar: en Marte, concretamente. En su artículo del Collier Weekley's, del 9 de febrero del 1901 (páginas 4 y 5), escribe lo siguiente: 

As I was improving my machines for the production of intense electrical actions, I was also perfecting the means for observing feeble effects. One of the most interesting results, and also one of great practical importance, was the development of certain contrivances for indicating a distance of many hundred miles an approaching storm, its direction, speed and distance travelled. These appliances are likely to be valuable in future meteorological observations and surveying, and will lend themselves particularly to many naval uses. 

It was in carrying on this work that for the first time I discovered those mysterious effects which have elicited such unusual interest. I had perfected the apparatus referred to so far that from my laboratory in the Colorado mountains I could feel the pulse of the globe, as it were, noting every electrical change that occurred within a radius of eleven hundred miles. 

I can never forget the first sensations I experienced when it dawned upon me that I had observed something possibly of incalculable consequences to mankind. I felt as though I were present at the birth of a new knowledge or the revelation of a great truth. Even now, at times, I can vividly recall the incident, and see my apparatus as though it were actually before me. My first observations positively terrified me, as there was present in them something misterious, not to say supernatural, and I was alone in my laboratory at night; but at that time the idea of these disturbances being intelligently controlled signals did not yet present itself to me. 

The changes I noted were taking place periodically, and with such a clear suggestion of number and order that they were no traceable to any cause then known to me. I was familiar, of course, with such electrical disturbances as are produced by the sun, Aurora Borealis and earth currents, and I was as sure as I could be of any fact that these variations were due to none of these causes. The nature of my experiments precluded the possibility of the changes being produced by atmospheric disturbances, as has been rashly asserted by some, it was some time afterward when the though flashed upon my mind that the disturbances I had observed might be due to an intelligent control. Although I could not decipher their meaning, it was impossible for me to think of them as having been entirely accidental. The feeling is constantly growing on me that I had been the first to hear the greeting of one planet to another. A purpose was behind these electrical signals; and it was with this conviction that I announced to the Red Cross Society, when it asked me to indicate one of the great possible achievements of the next hundred years, that it would probably be the confirmation and interpretation of this planetary challenge to us. 

Since my return to New York more urgent work has consumed all my attention; but I have never ceased to think of those experiences and of the observations made in Colorado. I am constantly endeavoring to improve and perfect my apparatus, and just as soon as practicable, I shall again take up the thread of my investigations at the point where I have been forced to lay it down for a time. 

At the present stage of progress, there would be no insurmountable obstacle in constructing a machine capable of conveying a message to Mars, nor would there be any great difficulty in recording signals transmited to us by the inhabitants of that planet, if they be skilled electricians. Communication once established, even in the simplest way, as by a mere interchange of numbers, the progress toward more intelligible communication would be rapid... The Martians, or the inhabitants of whatever planet had signalled to us, would understand ad once that we had caught their message across the gulf of space and had sent back a response. To convey a knowledge of form by such means is, while very difficult, not impossible, and I have already found a way of doing it”... 

 

Página del Collier's Weekly donde Tesla expone su teoría sobre la comunicación con alienígenas 

Verdaderamente, un científico de mente abierta. Ya quedan pocos como él, desgraciadamente. 

Mi experiencia personal 

Ya he dicho antes que la “coincidencia” de la noticia del 75 aniversario del evento Kenneth Arnold, con la lectura de la obra sobre Giordano Bruno en la que se alude a su anticipación de la teoría de los “mundos habitados fuera de la Tierra”, se añadió a una serie de eventos sucedidos la noche anterior, el 18 de junio. Pasaré a explicar lo sucedido esa noche. 

En primer lugar he de decir que desde hace varios años, cuando estoy en la casa del Empordà, paso las noches en las que no hay nubes estirado encima de una tumbona, mirando el cielo estrellado, pues considero que éste es el mayor espectáculo que nos es dado vivir, y además es gratis. Como decía, en un emplazamiento cerca de la casa del Empordà que alquilamos todo el año (por un precio moderado), me estiro por las noches mirando hacia el cielo. (He de aclarar que es una visión ocular. No empleo telescopios.) 

¿Por qué lo hago? Como es bien sabido, soy un estudioso de los mitos y de las culturas antiguas, y como tal es necesario que tenga un buen conocimiento de las estrellas y las constelaciones. Así que cada noche despejada, ya sea en verano, o en invierno (en este caso, mucho más abrigado), salgo a eso de las diez de la noche, cuando la oscuridad es total, y me mantengo estirado boca arriba durante dos o tres horas, fijando la mirada hacia el zénit, con diversas orientaciones (generalmente, hacia el Este), hasta que el sueño o el frío me vencen. Suelo estar acompañado, y acostumbro a emplear mi fiel programa Sky Safari, que he instalado en la tablet. Con él puedo identificar -sin ningún género de dudas- las distintas estrellas y constelaciones. Así pues, puedo decir que tengo un conocimiento adecuado del cielo de noche, especialmente durante el período estival. 

Como decía, la noche del 18 de junio del 2022 me hallaba estirado encima de la tumbona, como siempre, fijando la mirada en el zénit, y con la cabeza orientada hacia el Este. Ésto es lo que veía:

 

Fragmento del cielo observado el 18 de junio del 2022, a las 11.39 de la noche 

Mi perspectiva era la siguiente: Casi en el zénit, la constelación de Hércules, con Draco a su izquierda (y la Osa Menor en su pliegue). A la derecha, Arcturus (de Bootes), y mucho más allá, en el Sur, Spica (de Virgo). Abajo, Vega (de Lira), que marca el triángulo conformado por Deneb (de Cignus) y Altair (de Aquila). Desgraciadamente, debido a unas farolas que han colocado recientemente, me es imposible ver la Vía Láctea, como sí podía hacer hace unos años con facilidad. 

Pues bien, esa noche particular, como ha sucedido innumerables veces, cruzaban los cielos, de este a oeste, y de norte a sur (aproximadamente) numerosos puntitos que yo -generalmente- identifico como satélites. Sin embargo, de vez en cuando, veo determinados puntitos que en ciertos momentos centellean, en ocasiones notablemente, llegando a tener la intensidad de planetas como Venus o Júpiter (en una ocasión el destello fue tan potente que llegó a un nivel equivalente -o casi- al brillo de la Luna llena). A veces tengo la sensación de que estos destellos son “saludos” de dichas naves (o cuerpos) hacia mí, que los estoy mirando y señalando con el dedo. Pero no deja de ser una apreciación subjetiva. 

La noche del día 18 de Junio, aparte de algunos destellos como los que he señalado más arriba, muy comunes en este lugar y en esta época del año (únicamente en la zona de la Garrotxa he visto exhibiciones igual de portentosas; en otros lugares, como por ejemplo en el Moianès, no he visualizado ni un solo caso similar), fui testigo de algo increíble. De repente apareció en el Este, en la constelación de Hércules, un puntito, que se dirigía hacia Serpens y Ofiuco. Posteriormente apareció otro puntito, siguiendo una trayectoria paralela. Ello en si es un hecho extraño, pero lo es aún más lo que sucedió posteriormente. Pues el segundo puntito cambió de trayectoria y se colocó justo en la del primer punto (pero detrás de él), e incrementó su velocidad, de modo que parecía que iba a colisionar con el primero. Pero en cierto momento éste cambió asimismo de trayectoria y se volvió a colocar en una posición paralela. Seguidamente ambos objetos continuaron su camino en paralelo y, literalmente, desaparecieron de la vista. 

Éste no es el único caso en el que he visto una “persecución” de dos luces con un resultado parecido. Cerca de Serinyà, en el Pla de l'Estany, fui testigo de un caso aún más impresionante, pues las dos luces tenían un brillo que superaba el de Júpiter (lo que indica que estaban bastante bajas), y por un momento llegué a temer que ambos cuerpos llegaran a chocar, hasta que el primero dio un acelerón y desapareció. 

He sido testigo de muchos “avistamientos” tipo “destello”. Pero a veces éstos no están en movimiento, sino que permanecen estáticos e invisibles durante minutos, y luego centellean, se vuelven a apagar, y vuelven a centellear; en varias ocasiones. En cierta ocasión un objeto más grande que Venus, de color anaranjado, que provenía del nordeste, se dirigía hacia mi posición a muy poca velocidad. Tan poca, que me dio tiempo a charlar con mi hijo de una cuestión que nada tenía que ver con el avistamiento. Una vez acabada la conversación tenía el objeto a mi espalda, hasta que finalmente desapareció por el suroeste. Tal objeto parecía estar volando bajo; a unos centenares de metros a lo sumo. No puedo dejar de mencionar, por otro lado, aquellos casos en los que tales luces desaparecen súbitamente de mi vista; a veces, tras un fogonazo, o disminuyendo su fulgor paulatinamente, en un corto espacio de tiempo, como si los objetos hubieran salido proyectados desde nuestra atmósfera hacia el espacio exterior. 

Ninguno de los objetos que he mencionado tienen luces de posición o emiten sonido alguno. Los casos que podría explicar, que han tenido lugar a lo largo de decenas y decenas de horas de observación, se han incrementado de forma sustancial los tres últimos años. Hasta tal punto que uno diría que literalmente dichos aparatos “dominan nuestros cielos”.  

(¿Por qué no los he grabado? Literalmente porque es imposible, con una simple cámara de un móvil, hacerlo. Además, no es algo que me preocupe demasiado.) 

Llama la atención que los “escépticos” se nieguen a considerar la realidad ovni, sin ni siquiera realizar el más mínimo esfuerzo de acercamiento al fenómeno. Ello es tanto como negar la existencia de un mosquito, a pesar de que lo oyes, hasta que éste te pica. Más o menos así se comportan aquellos que durante decenios han tildado de “charlatanes” a los que afirman haber tenido experiencias de primer, segundo, tercer o incluso cuarto tipo, por lo que se refiere a los ovnis. Ello supone que: 1) consideran que mienten; 2) consideran que no saben de lo que hablan (puesto que son ignorantes, o no están a su altura). Pienso que esta postura es arrogante y estúpida: 1) porque los “debunkers” o “negacionistas” que desprecian el testimonio de los “testigos” se sienten superiores -de algún modo- a estos últimos; 2) porque es estúpido negar algo tan evidente que lo que resulta realmente estúpido es negarlo.  

Los “escépticos”, o “debunkers”, o “negacionistas”, suelen alegar continuamente justificaciones del tipo atmosférico, o astronómico, o psicológico (del tipo “alucinaciones”, etc.). Eso significa que están insultando la inteligencia de gente a veces muy preparada. Lo que es -insisto- terriblemente arrogante y estúpido. En mi caso, siempre he estado acompañado durante los avistamientos. Siempre he podido preguntar a mi acompañante: “¿Estás viendo lo mismo que yo?”. Así pues, puedo descartar que dichos avistamientos sean fruto de mi imaginación. 

Pues bien, que cada cual piense lo que quiera sobre esta cuestión. Lo que tenía que decir está dicho, y ahí queda. 

Mi interpretación sobre el fenómeno 

Para acabar, quisiera exponer mi propia interpretación sobre el fenómeno. Como tengo muy claro que éste es real, y no un fake, y que es muy antiguo, y no reciente, ¿qué cabe decir de él? Tengo la sensación de que las razas, o las inteligencias, que nos visitan, han estado ahí desde que el ser humano es -más o menos- inteligente. Quién sabe, tal vez debemos a ellos nuestra humanidad y nuestra inteligencia. Tal vez han velado por nuestro avance espiritual y tecnológico. Tal vez, como establece la Biblia, constituyen un Padre celoso y colérico que nos premia cuando obramos bien, y nos castiga cuando no hacemos lo debido. Tal vez nos vigila y nos pone a prueba. Cuando recuerdo la película Ultimatum a la Tierra no puedo dejar de pensar en aquella frase mencionada por Keanu Reeves: “Nosotros hemos venido a proteger la Tierra... De vosotros, humanos”. Me provoca escalofríos. ¿No es hora de que prestemos atención a su presencia, a sus mensajes (los círculos en los cultivos, el Humm, las figuras de luz en el cielo), y dejemos de comportarnos como seres egoístas, arrogantes e irresponsables?  

El ser humano es creador e inteligente. Estoy convencido de que la música que estoy oyendo en este momento, la Pasión según San Mateo de Bach, es compartida (y disfrutada) por civilizaciones de toda la Galaxia. Tal vez nuestras películas entretienen a seres de otros mundos. Ello es parte de nuestra grandeza: nuestra creatividad, nuestra imaginación. Tal vez sólo los creadores, los artistas, impiden que el “deseo justiciero” de imponer la paz y la razón en este planeta corrupto y desequilibrado derive en un nuevo cataclismo al modo del Diluvio, que según los antiguos, limpió el “mal” del mundo para iniciar un nuevo Renacer. Si no cambiamos, no hará falta que otros nos castiguen, o nos rescaten (en su caso); nosotros, y sólo nosotros, somos responsables de todas las desgracias y catástrofes que nos atenazan. Y los “aliens” tal vez no estén ahí para salvarnos. En último término, nuestra salvación está en nuestras propias manos. 

Volver