Leonardo, La Gioconda y Martorell

           En un determinado pasaje de mi libro Los mensajes ocultos de Leonardo da Vinci escribo: “En un dibujo de la colección Windsor (Royal Library, número 12.496), Leonardo da Vinci representa a un lobo conduciendo una barca, acercándose a una orilla donde un águila coronada se alza sobre un globo terráqueo. Las aguas cercanas a la orilla derecha son tempestuosas, mientras que las que bañan la orilla opuesta, de la que ha partido el lobo, son por el contrario tranquilas... El lobo tiene forma semihumana, y establece su rumbo con un compás marítimo (el cual toca con una de sus garras). El mástil de la barca es un olivo en pleno esplendor, que sostiene una vela hinchada por el viento. El título por el que se conoce este dibujo es Alegoría con un lobo y un águila; aunque o prefiero llamarlo Alegoría de la navegación”.

  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Alegoría de la navegación. Nótese los pictogramas “Martorello”, “Barchino” y “Olivella”. También vemos escrita la palabra “vé” (o “ven”)

 

            En Los mensajes ocultos de Leonardo da Vinci  explico que el animal que conduce la barca no puede ser un toro (mucha gente opina que lo es), porque como es fácilmente discernible, aquél no tiene pezuñas, sino garras, en sus extremidades. Sin embargo, lo que deberían ser sus orejas parecen en realidad unos cuernos. Es por ello que no pocos estudiosos lo han confundido con un toro; es más, lo han convertido en símbolo heráldico de la familia Borgia (un toro), en relación a la corona francesa o española (el águila coronada).

            Existen algunos detalles un tanto curiosos. En primer lugar, en la base del árbol, que se sostiene de forma precaria sobre la cubierta del barco, se pueden ver dos letras y una tilde: la palabra castellana “vé”. Desde mi punto de vista, dicha tilde alude a una “n”, por lo que dicho mensaje sería “ven”. Ello alude a un desplazamiento, que realmente está siendo realizado por el pasajero del barco de una orilla a otra, en un mar tempestuoso. La presencia de dicha palabra castellana (“ven”) quizás indica el destino del viaje. ¿Acaso España?

            El águila puede simbolizar la victoria (¿vincit, en alusión al apellido de Leonardo?), pero como se halla encima de un mundus, aquélla tendría lugar sobre todo el orbe, no sólo sobre un país o continente. En definitiva, el águila impera sobre el mundo.

            Curiosamente, esta águila tiene una corona con unos florones muy parecidos a los que ostenta La Gioconda en su escote. Algunos los confunden con flores de lis. Yo veo simplemente flores en forma de cruz. En todo caso, en los tiempos en los que hipotéticamente Leonardo habría hecho el citado dibujo (en algún momento de comienzos del siglo XVI), sólo el rey de España podía ostentar el título de “emperador”. Y por otro lado, como explico en mi libro Los mensajes ocultos de Leonardo da Vinci , si la Gioconda asume el papel de Isis (o de Virgen Negra), como yo creo, a ella también se la podría llamar “emperatriz del mundo”, tal como se la describe en numerosas obras piadosas con loas a la virgen.

            En Los mensajes ocultos de Leonardo da Vinci argumento que, tal como vemos asimismo en el Códice Windsor, Leonardo era muy aficionado a realizar pictogramas (también llamados rebus), un pasatiempo muy común en su tiempo, en que los nobles se interesaban por asuntos tales como las “alegorías” y los blasones nobiliarios. Si realizamos una lectura del dibujo, no sólo como alegoría (“de la navegación”), sino también en sus elementos constituyentes, desglosados como pictogramas, podemos encontrar algunos detalles curiosos:

  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 Códice Windsor. Leonardo realizó casi 200 pictogramas (o “rebus”)

 

            1. Un “olivo” y una “vela”. Así tendríamos “olivela”, quizás en alusión al apellido catalán Olivella (que deriva de una localidad, y varios castillos y masos, con el mismo nombre).

            2. Un barco y una ola. Si unimos el italiano “barchino” (barca pequeña) y el catalán “ona” (ola) tenemos “Barchinona” (nombre que recibía la ciudad de Barcelona en el siglo XV). Aunque rechacemos el sufijo “ona”, la palabra sigue teniendo sentido.

            3. Un “mare” (mar) y un “torello” (becerro, o toro pequeño). Con ello conformamos el topónimo “Martorello”, que es como se diría Martorell en italiano.

 

            Olivella, Barchinona y Martorello parecen bastante elocuentes. La alegoría parece decirnos: “vé” (o “ven”) a Martorello, cerca de Barchinona, y allí encontrarás a alguien llamado Olivella. En un documento del año 1484, copiado por el archivero de Montserrat Benet Ribas y Calaf, encontramos a un Benedicto Solivella. ¿Sería éste el Olivella al que se refería Leonardo? Nótese que los apellidos Olivella y Solivella comparten un mismo escudo: un olivo.

  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pasaje de los Anales de Montserrat de Benet Ribas y Calaf. El original está datado en el año 1484

 

            Este descubrimiento, muy reciente (escribo a mediados de febrero del 2013), me ha hecho plantearme muy seriamente qué interés podía tener Leonardo en la villa de Martorell. Para comprenderlo, hemos de analizar la obra por la que es más conocido: La Gioconda.

 

El paisaje de La Gioconda. ¿Real o imaginario?

 

             En mi libro El viaje secreto de Leonardo da Vinci creo demostrar que el paisaje de La Gioconda no es en absoluto imaginario. Las rocas y el camino a su izquierda (ambos a una escala desproporcionada, lo que indica que se trata de una especie de collage), así como la montaña del fondo, el talud y el valle fluvial (con un río de escaso caudal), el color de la tierra, la llanura y la atmósfera, son característicos de las inmediaciones de Martorell, desde lo alto de la Serra de l’Ataix, en el macizo del Ordal. El puente es idéntico al de Monistrol de Montserrat.

  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Comparativa entre un observatorio de Martorell y la Gioconda

 

            Aquí nos encontramos ante un elemento fuera de lugar (el puente), lo que hace pensar nuevamente en un collage, técnica que Leonardo ya había empleado en su dibujo sobre el Valle del Arno, datado en el año 1472.

  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Paisaje del Arno, de Leonardo, datado en el año 1472. Destacado, el monte Monsummano

 

            En fechas recientes he tenido ocasión de hablar con el principal experto en historia local de la ciudad de Martorell: Alfred Mauri. Éste me ha explicado que a finales del siglo XV, y comienzos del XVI (que es cuando Leonardo habría visitado el lugar), la villa de Martorell estaba amurallada, y se comunicaba con su entorno a través de dos caminos principales: el primero pasaba por el llamado congost del Llobregat, una estrechez del valle del Llobregat, vigilada por varias torretas de observación. El segundo “daba acceso al camino de Corbera y Olesa de Bonesvall, y al camí vell de Barcelona, rectificado a principios del siglo XV” (enciclopedia Catalunya Romànica).

            Este camino se situaba en el lugar exacto en el que aparece en el cuadro (no lejos de las rocas del Matauet, que son las que aparecen a la izquierda) y tenía –sigue teniendo- una fuerte pendiente. En las proximidades de la ciudad de Martorell marcaba una acusada S (claramente visible en La Gioconda), que se ha conservado –aún en nuestros días- en la configuración de la trama urbana de la ciudad.

 

  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Red de caminos en las proximidades de Martorell. El del centro (de Corbera) aparecería en la Gioconda

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Leonardo expone en La Gioconda (de París y de Madrid), e incluso en el Codex Madrid II, el perfil de las rocas del Matauet (Martorell)

 

            Existía aún un tercer camino importante, en las proximidades de Martorell. Partía de la moderna villa de Sant Andreu de la Barca (recibía este nombre porque una barca –en ausencia de un puente- permitía atravesar el Llobregat) y se dirigía hasta las proximidades de Gelida, sin tener que atravesar el congost del Llobregat (así los viajantes se ahorraban el peaje del llamado “puente del Diablo”, que en sus días se llamaba aún de San Bartolomé).

 

 

  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Puente del Diablo (o de San Bartolomé), con el camino que pasaba por el congost del Llobregat. Al fondo, Montserrat. Imagen cedida por el historiador Alfred Mauri

 

            Martorell formaba parte de una línea de defensa, defendida por al menos cuatro castillos en un radio de pocos kilómetros: el de Castellví de Rosanes, el de Rosanes, el de Gelida y el de Subirats. Desde el año 1474 la villa de Martorell, y las fortificaciones y villas de Castellbell, Molins de Rei, etc., formaba parte de la heredad de la familia Requesens. Eso es algo que ya sabía, pero la colaboración de Alfred Mauri me hizo tomar conciencia de la importancia que esta familia podría haber tenido en el desarrollo del segundo viaje de Leonardo en Cataluña.

  

El segundo viaje de Leonardo y los Requesens

 

            En mi libro El viaje secreto de Leonardo da Vinci  explico que Leonardo debió visitar Cataluña, en el año 1504, por una serie de razones que sería largo explicar. En Los mensajes ocultos de Leonardo da Vinci añado tres argumentos suplementarios:

 

            1. El Anónimo Gaddiano datado en el año 1540, dice de Leonardo que hizo un viaje “a Francia y a otros lugares” (¿Cataluña?) tras su colaboración con César Borgia. Ello debía suceder hacia los años 1503-1504.

            2. En el Códice Madrid II aparece un listado de ropa, con el encabezamiento In cassa al munisterio (en la caja del monasterio), con la rúbrica “un catelano rosato” (una capa catalana de color rosa). Este Códice está asimismo datado hacia el año 1504. Algunos expertos piensan que este monasterio podría ser el de Santa Maria Novella, aunque en el Anónimo Gaddiano, antes citado, se nos dice que en realidad dejó sus cosas en el hospital de Santa Maria la Nuova (en el extremo opuesto de la ciudad de Florencia); por lo cual podemos descartar Santa Maria Novella. ¿De qué monasterio estaríamos hablando? ¿Por qué no Montserrat? No por casualidad, este listado de ropa está superpuesto a lo que parece el esbozo de un dibujo de Montserrat. Las letras, escritas con lápiz, han sido emborronadas de forma premeditada.

  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Supuesto mapa de Rocafort, en Martorell (Codex Madrid II). En el reverso se adivina la frase “un catelano rosato”. Las letras han sido emborronadas premeditadamente

 

            3. En la obra La Perla de Cataluña, de Gregorio de Argaiz, se nos dice que hacia el año 1503 el cardenal Francesco Soderino pugnaba con el cardenal Cisneros por el derecho de posesión del monasterio de Montserrat. Finalmente el rey Fernando el Católico decantó la balanza en favor del castellano. ¿Acaso Leonardo jugó algún papel, por encargo de Piero Soderini, gonfaloniero de Florencia, y hermano del cardenal Soderini? ¿Tal vez por ello fue a Montserrat?

 

            No podemos olvidar que en otro documento del códice Madrid II, como sabemos datado en torno al año 1504, vemos un dibujo en planta y en alzado del castillo de Salses, que en esos momentos se acababa de reconstruir, tras el asedio francés del año 1503. Ello significa que Leonardo pudo visitar Salses en el año 1504. Esta fecha recurrente coincide de manera no casual –desde mi punto de vista- con el tiempo en el que, según sus biógrafos, Leonardo habría comenzado a pintar la Gioconda.

   

 

 

 

 

 

 

 

  

 

 

Izquierda, planta y alzado de un castillo (Leonardo). Centro, vista aérea del castillo de Salses. A la derecha, estudio de un revellín, por Gonzalo de Ayora (arriba) y Leonardo (abajo)

 

            Ya hemos visto que la Alegoría de la navegación tiene un detalle (el florón de la corona del águila) muy similar al bordado de la cenefa del escote de la Gioconda. Tal vez sea casualidad. Pero es un hecho notable que en dicha alegoría aparezca, en forma de pictograma, el topónimo “Martorello”, lugar desde donde –desde mi punto de vista- Leonardo habría tomado notas –del paisaje- para pintar La Gioconda. Es necesario destacar que este nombre (Martorell) está documentado, al menos, desde el año 1032.

            Ya he señalado que la villa de Martorell, y los castillos de su entorno (en la baronía de Castellvell, y en el marquesado de Martorell) pertenecían a los Requesens. Estos territorios los habían ganado, con la oposición del consejo de la ciudad de Barcelona –a los que pertenecían- por su apoyo al rey Juan II de Aragón en la guerra civil catalana de 1462-1472. En 1472 les fueron cedidos a Lluís de Requesens i de Soler, a lo que se añade el privilegio de “acuarterar” su escudo con los palos de Aragón. En 1474 les fueron vendidos, y unos años más tarde pudieron consolidar esta posesión. Este Lluís de Requesens (fallecido en el año 1509) fue consejero del Rey; tuvo un hijo llamado Galceran Lluís de Requesens i Cardona, que –desde mi punto de vista, no por casualidad- en el año 1505 era alcaide del castillo de Salses.

            Me parece harto casual que Leonardo pasara por dos lugares (Martorell y Salses) tan ligados a la figura de sendos Requesens (padre e hijo). Es necesario tener en cuenta que esta familia tenía una rama napolitana, con intereses asimismo en Sicilia, encabezada por Galcerán de Requesens i de Soler, hermano de Lluís de Requesens (antes citado), el cual fue distinguido por el rey Ferrante de Nápoles con el título de conde de conde de Trivento y de Avellino. Su hija, Isabel de Requesens y Enríquez, casó con Ramon Folch de Cardona, virrey de Nápoles. Fue retratada –supuestamente- por Rafael de Urbino, y por su discípulo Giulio Romano, en el año 1518.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  

 

 

Retrato de Isabel de Requesens, por Rafael y Giulio Romano

 

            Es un hecho curioso que Lluís de Requesens fuera consejero de Fernando de Aragón (el Rey Católico), como también lo fueron Antonio Geraldini y Francesc Vidal de Noia, los cuales, como explico en mi libro El viaje secreto de Leonardo da Vinci, podrían haber tenido alguna relación con Leonardo; el Geraldini, como familiar de Lisa Gherardini (La Gioconda), y Francesc Vidal de Noia –quizás- como antecesor de Carlo Noya, pretendido propietario del cuadro conocido como La Virgen del Gato, hoy desaparecido. Pero todo ello no deja de ser una suposición.

            En definitiva, la Alegoría de la navegación nos presenta una serie de topónimos (Barchinona, Martorello) que hacen pensar en un desplazamiento (tal como indica la palabra “ven” que aparece en el dibujo) que habría tenido lugar en una fecha muy concreta (el año 1504). Si ello es realmente cierto, y no es producto de una soberana casualidad (de un “ardid del demonio”), el hecho de que Leonardo hubiese pasado por dos lugares (Martorell y Salses) ligados a un linaje tan importante como el de los Requesens tiene un cierto sentido. No en vano, éstos eran almirantes, consejeros reales, gobernadores, virreyes y embajadores de las cortes de Aragón y de Nápoles. Inmediatamente por encima únicamente tenían al Rey... Y a Dios.

 

¿Por qué fue Leonardo a Martorell?

 

            Ahora bien, si Leonardo estuvo en Martorell, y desde la cima del macizo rocoso que se yergue sobre la población dibujó el paisaje de La Gioconda, ¿qué andaba buscando en este lugar? Quizás, meramente, encontrar una buena panorámica para realizar su dibujo. Pero es muy posible que le moviera otros motivos.

            Leonardo empleaba “albayalde” (un carbonato de plomo, de color blanco) para realizar sus cuadros. Si realmente pintó el San Jerónimo y la Virgen del gato, como yo creo, en el monasterio de Montserrat, tal vez habría ido a las minas de plomo de Martorell, situadas a dos kilómetros escasos de la villa, en el camino en dirección a Corbera que aparece a la izquierda de la Gioconda, para adquirir un poco de este mineral, el cual afloraba prácticamente en la superficie.

            Bien es verdad que ambos cuadros fueron pintados hacia el 1481-82, más de veinte años antes de su segunda visita. Pero, acaso, pretendiera pintar algún otro cuadro en Montserrat, en el año 1504. O quizás necesitaba plomo por algún otro motivo (alquimia, fundición, etc.).

            Sea como sea, las minas de plomo (o sus afloramientos superficiales) han sido explotadas, en Martorell, desde época romana (e incluso antes, en tiempos de los íberos). Bien es verdad que en los siglos XVIII al XX se realizaron los principales trabajos de prospección y excavación de galerías. Pero cuanto menos eran conocidas desde tiempos inmemoriales. En la toponimia del lugar se han conservado dos nombres alusivos a la actividad minera: Torrent del Vernís y Costa de l’Argentera.

            Si realmente Leonardo hubiera ido a las minas a extraer plomo, podría haber realizado el viaje de ida y de vuelta en un solo día, si es que viajaba a caballo. Aquéllas están muy cerca del camino de Corbera. Tal vez, justo antes de comenzar la pronunciada pendiente en dirección a Martorell, de regreso a Montserrat (donde residiría), se fijó en el soberbio paisaje del observatorio natural de la Serra de l’Ataix, en el que este monte sagrado aparece como un gigante imponente, dominando la llanura en la que confluyen los ríos Llobregat y Noia (que dio nombre a la comarca vecina de l’Anoia).

            Quizás sea éste uno de los secretos que se esconden en el cuadro más enigmático de la Historia: La Gioconda.

 

¿La Roca Dreta de Martorell en la Gioconda?

 
¿Será posible encontrar un detalle tan preciso como la Roca Dreta de Martorell en la Gioconda? Desde mi punto de vista sí. Es bien sabido (http://www.joseluisespejo.com/index.php/leonardo-da-vinci/205-4-martorell) que Leonardo habría plasmado en la Gioconda los principales accidentes geográficos de un lugar que yo denomino como Observatorio de la Gioconda: 1) las rocas arriba a la izquierda; 2) el camino abajo a la izquierda; 3) la montaña al fondo; 4) el talud arcilloso (con tierra roja) abajo a la drecha. A todo ello le hemos de añadir la Roca Dreta. Véase el siguiente detalle:
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Comparativa de la Roca Dreta en la Gioconda. Abajo a la derecha, pintura del siglo XIX, hoy día en el Prado.
 
Compárese la protuberancia (marcada en rojo) al lado del camino, en La Gioconda, con la llamada Roca Dreta. Arriba, en un cuadro clásico de esta roca, con Montserrat al fondo.
 
Esta protuberancia rocosa, en La Gioconda, se halla en el mismo lugar donde efectivamente se encuentra la Roca Dreta, cerca del camino de Corbera (desde Martorell). Véase el siguiente mapa:
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Mapa de la zona.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
La Roca Dreta hoy.
 
El nivel de concreción -y de coincidencia- del cuadro de Leonardo es pasmoso. Recordemos (véase arriba): en La Gioconda podemos observar unas rocas en forma de gancho, características de los alrededores de este emplazamiento en Martorell.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Comparativa de las Roques del Matauet con las rocas de la Gioconda. 
 
Nuevamente hemos de concluir que cuando las coincidencias se repiten el azar pasa a ser necesidad. En definitiva, Leonardo debió visitar -necesariamente- el entorno de Martorell para plasmarlo con tanto detalle -de forma tan coincidente- en su Gioconda.

 

Imágenes históricas de la villa de Martorell

 

Cedidas por Alfred Mauri, historiador y cronista de la ciudad.

 

           

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mi amigo Daniel Ibáñez me ha enviado la siguiente ilustración. Aquí aparece la montaña de Montserrat, tal como es representada en un tapiz del Palacio Real de Madrid. Forma parte de una colección de 12 tapices flamencos alusivos a la campaña militar de Túnez, que partió de Badalona (Barcelona) el año 1535. Aquí vemos un tornado situado a la izquierda de la imagen; a la derecha, contemplamos la representación más antigua del puente de Monistrol de Montserrat. Como se puede observar, tiene tres arcos, y es muy similar al de la Gioconda del Louvre.

 

PUENTE MONTSERRAT-1535.jpg - 178.60 KB

 

VOLVER