Los "Códices Madrid" de Leonardo da Vinci

EL HALLAZGO DE DOS CÓDICES DE LEONARDO DA VINCI EN LA BIBLIOTECA NACIONAL DE MADRID

 

            El 14 de febrero del año 1967, hace cuarenta y cinco años, el diario New York Times anunció el hallazgo de unos manuscritos perdidos de Leonardo da Vinci en la Biblioteca Nacional de Madrid. El doctor Jules Piccus, experto en literatura castellana medieval, de la Universidad de Massachusetts, buscaba cancioneros cuando topó con un hallazgo inesperado: dos gruesos volúmenes encuadernados en tafilete, con un formato de 22,2 por 15,5 centímetros. Una nota en caligrafía española del siglo XVIII le puso sobre aviso: “Tratados de fortificación, mecánica y geometría de Leonardo da Vinci, pintor famoso”. Tras siglo y medio de olvido en los depósitos de la Biblioteca Nacional, se había recobrado la pista de estos valiosos documentos del maestro florentino.

 

Dos piezas singulares de Leonardo

 

            El Codex Madrid I (Mss. 8937) y el Codex Madrid II (Mss.8936) son dos cuadernos de notas, diferentes entre sí en cuanto a contenido y a datación. Fueron redactados por Leonardo en su característica letra invertida (especular). El primero (Codex Madrid I) es básicamente un tratado de mecánica, compuesto de 12 cuadernillos de 16 folios cada uno (como en una fecha imprecisa le fueron arrancados 8 folios, se conserva un total de 191). En la portada aparece escrito el siguiente mensaje: “Tratado de Estática y Mechánica, en italiano, escrito en año 1493, como se ve a la buelta del folio 11. Contiene 191 folios y está escrito al revés”. A pesar del predominio de la mecánica, en él podemos encontrar asimismo algunas anotaciones de óptica y de astronomía.

El Códice Madrid I tiene una estrecha correspondencia con el Códice Atlántico, de la Biblioteca Ambrosiana de Milán: una serie de elementos (balanzas, pesos, engranajes, resortes, maquinarias de relojes, tornillos, bisagras, etc.) están esbozados en el Códice Atlántico, y desarrollados en el Codex Madrid, con dibujos con gran detalle y calidad. También se le han encontrado corresponencias con el Códice Forster y el Manuscrito H del Institut de France, de París. Se piensa que contiene anotaciones escritas entre los años 1492 y 1497.

El Codex Madrid II tiene un carácter distinto. Es un típico “cuaderno de notas” de Leonardo. De igual dimensión y encuadernación que el Codex Madrid I, consta de 157 folios. Está datado en una fecha muy posterior (se estima que entre los años 1503 y 1505), si bien los últimos diecisiete folios, en los que recoge sus trabajos del “caballo sforzesco” (un gran monumento a la mayor gloria de Ludovico Sforza, hombre fuerte de Milán), están datados entre los años 1491 y 1493. En este cuaderno de notas podemos hallar una gran variedad de estudios: croquis topográficos, problemas de náutica, arquitectura e ingeniería militar, geometría (en especial, sus estudios sobre la “cuadratura del círculo”), el vuelo de las aves y algunas notas dispersas sobre cuestiones personales (el listado de libros de su biblioteca, o de sus piezas de ropa, por ejemplo).

 

Los manuscritos de Leonardo

 

            Estos manuscritos constituyen, en palabras de Charles Nichols (Leonardo, el vuelo de la mente), un “mapa de la mente de Leonardo”. Se estima que éste comenzó a poner por escrito sus ideas y ocurrencias en la segunda mitad de los 1480. En total, se conservan unas 7.000 páginas, pero se sabe que muchas otras se han perdido. Han sobrevivido en tres formas: colecciones encuadernadas, recopiladas tras la muerte de Leonardo; cuadernos que se han conservado más o menos intactos desde la fecha en que él los usó; y hojas sueltas. Los Códices de Madrid son de la primera especie.

            Leonardo es considerado uno de los fundadores de la Ciencia moderna, dado su interés por la observación directa y el empirismo (la experimentación). Se piensa que sus cuadernos son anotaciones sobre sus múltiples intereses, en distintos campos del saber, con el fin de –en un futuro impreciso- ordenarlas y compilarlas para la elaboración de tratados (como el célebre Tratado de la Pintura, realizado por su discípulo Francesco de Melzi).

En muchas de sus notas parece dirigirse a un lector imaginario. Tal vez con ellas pretendía realizar una obra enciclopédica, o utilizarlos en lecciones magistrales. No en vano realizó un hermoso dibujo, quizás un cartel, con el título “Academia Leonardo Da Vinci”. Desgraciadamente para el genio florentino, murió antes de plasmar en papel, más allá de sus dispersas –y caóticas- anotaciones, sus ambiciosos sueños intelectuales.

Sus escritos, en ocasiones, rellenaban los espacios de folios antiguos, entre párrafos que versan sobre temas muy diversos. Leonardo escribe (Aforismos, Espasa Calpe): “Observarás sus acciones mutuas y las de los circunstantes, causantes o simples espectadores de tales cosas, para anotarlas sobre una pequeña libreta que llevarás siempre contigo. Sobre sus hojas dibujarás con tinta, pues las cosas que sobre ella vayas figurando no deben ser borradas con el fin de utilizar de nuevo las hojas, sino que, antes bien, deben conservarse con gran diligencia. Cuando hayas llenado una libreta, emplearás otra nueva y, coleccionadas todas, serán ellas tus autores y maestros, que ayudarán tu memoria, incapaz de recordar, por sí sola, las infinitas formas y movimientos de las cosas”.

Es precisamente esta falta de orden y método lo que le impidió ejercer un mayor protagonismo en la Historia de la Ciencia y del pensamiento. Ello es ostensible en el carácter precipitado de sus notas, que supuestamente habían de ser completadas y corregidas en un futuro que nunca llegó.

 

Llegada a Madrid de los manuscritos

 

            Algunos de los principales manuscritos de Leonardo (Códice Atlántico, la Colección Windsor, el Códice Arundel, y los Códices Madrid) fueron adquiridos por el escultor y bibliófilo italiano Pompeo Leoni, que los compró a Orazio de Melzi, hijo de Francesco de Melzi (fallecido en 1570), heredero y albacea de los cuadros y los cuadernos de Leonardo (muerto en 1519).

Pompeo Leoni, a fines del siglo XVI, trabajaba en la Corte española. Tras su defunción en 1610, algunos de los cuadernos que estaban en su poder pasaron a manos de distintos compradores extranjeros (entre ellos el rey Carlos I de Inglaterra, o el Conde de Arundel, los cuales se los llevaron a Inglaterra). Otra parte de su colección volvió a Milán, con sus herederos. Pero dos de ellos se quedaron en España. Son los conocidos como Codex Madrid I y II.

En el año 1623 un noble español, llamado Don Juan de Espina, era su propietario. Los había comprado a Polidoro Calchi, yerno del escultor Pompeo Leoni. En 1633 el pintor Vicente Carducho afirma haberlos visto. En su obra Diálogos de la pintura escribe: “Allí [en casa de Juan de Espina] vi dos libros, dibujados y manuscritos de mano del gran Leonardo da Vinci, de particular curiosidad y doctrina”. A su muerte, en 1642, el enigmático noble, amigo de Quevedo, dejó su colección al rey de España. De ahí que los Códices de Madrid de Leonardo formen parte de la Biblioteca Nacional desde su fundación.

Pero aquí no acaba la historia. Ambos manuscritos aparecen citados por el bibliotecario mayor de la Real Biblioteca, Francisco Antonio González, a principios del siglo XIX: “Vinci, Lionardo da: Tratados de fortificación, estática, mecánica y geometría, escritos al revés y en los años 1491 y 1492”. Desgraciadamente, su signatura era incorrecta (Aa 19 y 20, cuando debía poner As 119 y 120). Ello provocó su pérdida irremediable durante 150 años, hasta que un día, hoy hace 45 años, un erudito de Massachussets los volvió a encontrar de forma inesperada.

 

Los manuscritos hoy

 

            Con ocasión de la exposición “Biblioteca Nacional de España, 300 años haciendo historia”, los manuscritos de Leonardo están expuestos al público en una vitrina iluminada, con rigurosos dispositivos de seguridad y conservación. Según la directora de la Biblioteca Nacional, Gloria Pérez Salmerón, aprovechando el proceso de restauración, entre octubre y diciembre de este año se ofrecerá en la Biblioteca Nacional una exposición que permitirá mostrar de forma simultánea los folios que componen los dos manuscritos de Leonardo. También se mostrarán los proyectos altamente especializados que se llevan a cabo en el Laboratorio de Restauración de la BNE.

            Uno de los últimos trabajos del citado Laboratorio es la digitalización completa de los Códices Madrid I y II. Para ello se hubo de desmontar los cuadernillos de ambos códices. Estas imágenes formarán parte del Libro Interactivo en el que se está trabajando en este momento. Asimismo están disponibles, en Internet, archivos derivados de menor resolución para propósitos de consulta e investigación (se pueden descargar en http://bdh.bne.es/bnesearch/). La edición digital, de alta resolución, estará disponible en agosto del 2012, la cual incluirá una serie de funciones que harán más atractiva y didáctica su presentación (imagen especular de las páginas del códice, inclusión de vídeos y animaciones, preguntas de trivial, etc.).

 

Codex Madrid II: su conexión con España

 

            El arquitecto Fernando Cobos, experto en arquitectura e ingeniería militar de carácter histórico, sostiene un argumento ciertamente atractivo: el Codex Madrid II contiene planos y detalles relacionados con la ingeniería militar española de finales del siglo XV. Este autor considera que, si el Codex Madrid I es el tratado más completo de Leonardo sobre un tema concreto (la mecánica, en este caso), el Codex Madrid II tiene la importancia añadida de sus presumibles vínculos con España.

            Esta obra es un conjunto de notas escritas, en su mayor parte, durante su estancia como ingeniero en la ciudad de Piombino, entre los años 1503 y 1505 (excepto los últimos folios, de la primera mitad de la década de los 1490). Al igual que Charles Nicholl, Fernando Cobos (“Leonardo ingeniero y su contexto, una guía de lectura crítica del Códice Madrid II”) señala que este manuscrito permite ver la “estructura mental” de Leonardo, que, a diferencia de lo que se cree, en no pocas ocasiones se limita a copiar el trabajo de otros: de Francesco di Giorgio Martini, en el caso de la arquitectura militar.

Por lo que se refiere a su estudio sobre fortificaciones militares, destaca el conocimiento que tenía de los castillos de la Mota y de Salsas; especialmente este último, situado a pocos quilómetros de la ciudad de Perpiñán (actualmente en la Cataluña francesa). Así, Fernando Cobos afirma: “En el Códice Madrid II aparecen dos dibujos, posiblemente los mejores dibujos de arquitectura militar del códice, que permiten establecer una fuerte vinculación del diseño de Leonardo con las fortificaciones españolas de la frontera de Francia... Si comparamos el dibujo de Leonardo con la imagen de la fortaleza española de Salsas, resulta un parecido tan extraordinario que es difícil creer que sea casual”.

¿Cómo llegaron estos planos tan detallados de Salses a manos de Leonardo? ¿A través de espías? ¿Tal vez los realizó él mismo? El Anónimo Gaddiano, una biografía de Leonardo da Vinci datada en el año 1540, menciona un viaje de Leonardo “a Francia y a otros lugares” tras su colaboración con César Borgia (que acabó en 1503). Ello tendría lugar hacia 1504, en las fechas en que compuso el Codex Madrid II (o algo después). En ese mismo año el castillo de Salses completaba su reconstrucción, tras el asedio francés del año 1503.

 

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