Cristoforo Colombo, la gran confusión
Os presento el primer capítulo del libro Cristoval Colom, ese gran desconocido, como un anticipo de lo que será la totalidad de la obra (la cual saldrá a la luz en el año 2023). En éste no únicamente pretendo demostrar quién era Colón, sino también "quién no era". Y como veréis, si alguien "no era" es sin duda Cristoforo Colombo. Aquí empleo los mismos documentos usados en el Città di Genova, a los que añado algunos otros, para certificar que Cristoforo Colombo y Cristóbal Colón son dos individuos realmente existentes, pero ajenos el uno al otro.
Antes de dejaros con el contenido de este primer capítulo, que he convenido en llamar Cristoforo Colombo, la gran confusión, quisiera agradecer la colaboración brindada por numerosas personas, gracias a la cual este trabajo ha sido posible. Y especialmente a cuatro: Lucila Grau, Andreu Marfull, Enric Llobet y Manel Capdevila.
Los dos relatos
Con esta obra se añade uno más a la miríada de libros dedicados al navegante Cristóbal Colón. Puede parecer que es del todo innecesario, pero no lo es. Parece poco importante que el Almirante de la mar Océana hubiera nacido en Italia (ya sea en Liguria o en Lombardía), o bien en Cataluña, o en Francia, o en Portugal, porque para el caso el resultado es el mismo: su colaboración con la corona de Castilla procuró a ésta el primer imperio global de la Humanidad, en el que literalmente “nunca se pone el sol”. Pero determinar la nacionalidad de Colón sí es importante, porque supone dar carpetazo definitivo a una de las principales falacias de la Historia, del calibre de la llamada Donación de Constantino (que legitimó el dominio papal sobre Roma y los Estados Pontificios). Dicha falacia, sostenida por razones de Estado, que es la que finalmente se ha impuesto en los círculos de poder de Italia y de España (sólo en estos dos países, y sólo entre determinadas élites), sirvió de base para legitimar el dominio de Castilla (no de España) sobre América y sobre sus recursos.
El relato oficial sostiene que Cristóbal Colón, genovés, dejó su tierra para servir a Castilla, que es la que a la postre colonizó América. Si hacemos abstracción de la justificación imperialista de la aculturación, opresión y destrucción de las culturas autóctonas, dicho relato excluye a las Españas (aquella parte de España que no es Castilla), y certifica el dominio de Castilla en el Atlántico, en perjuicio de Aragón,que –se dice- había de ejercer su influencia en el Mediterráneo. Que Colón fuera francés, o catalán, o portugués, podría haber cambiado dicho estado de cosas, como se verá a lo largo de esta obra. Y todo hay que decirlo, dicha “operación de Estado” se realizó con la entusiasta colaboración de Colón (y los suyos) y de la República de Génova.
Pues no hay que pensar que dicha “falsificación” hubiera sido posible si Colón no se hubiera prestado a ello, y si no hubieran concurrido ciertas coincidencias, ciertamente notables. Siempre se ha sostenido que Colón, hijo de Domenico, debía ser genovés porque un tal Domenico, con unos hijos llamados Cristoforo, Bartolomeo y Giacomo, lo demostraría. Veamos. Ciertamente –está probrado- dicho Domenico Colombo existió, y también Cristoforo, Bartolomeo y Giacomo, e incluso un sobrino de aquél llamado Giovanni. Pero de aquí a que esta familia constituyera los antecedentes familiares del Descubridor hay un largo trecho. Lo explicaré someramente, anticipándome a lo que el lector encontrará en el primer capítulo de la obra.
Los tres hermanos Colombo no residían de Génova en las fechas en que los Colón estaban en España (un acta notarial genovés de 1496 lo demostraría). Pero, en primer lugar, no está claro que debamos atribuir al nombre Giacomo (hermano menor de Cristoforo) la equivalencia del Diego Colón histórico [1]. En definitiva, Giacomo podría llamarse en España como Jacobo, como Jaime, como Yago, como Diego o incluso como Santiago, todos ellos muy comunes en este país. Así pues, las coincidencias por lo que se refiere al nombre son de Cristóbal y de Bartolomeo, y no incluyen a Diego. Otra coincidencia en las biografías de Cristóbal Colón y Cristoforo Colombo es la presencia de este último en Madeira el año 1479, pero es que en este caso Colón residía allí, y Cristoforo estaba de paso, y además no era navegante, sino agente comercial. En tercer lugar, se alude al hecho de que el padre de Cristóbal y Cristoforo se llamaran igual, Domenico. Sin embargo, una carta de 1496 incluida en el Memorial del Pleyto (durante los llamados Pleitos Colombinos) [2] puede explicar esta coincidencia. Es un hecho que en las Indias se había extendido el rumor de que los Colón eran tejedores, de extracción pobre. Por otro lado, Gonzalo Fernández de Oviedo identifica a su padre como “Dominico”. Ello sería debido a que los tres hermanos Colombo, hijos de Antonio (y sobrinos de Domenico), de nombre Giovanni, Matteo y Amighetto, habrían enviado en 1496 una carta al Almirante con el objetivo de interesarse por él y los suyos, en la suposición de que Cristoforo, Bartolomeo y Giacomo, ausentes de Génova en ese momento, serían las mismas personas que los Colón. Dicha carta sería el origen de los rumores sobre el Colón hijo de “artesanos”, y sobre el nombre del padre de Colón, Domenico.
Dicho Giovanni (Giannetto), hijo de Antonio, ha sido confundido con Juan Antonio Colombo, primo de Colón. Éste es uno de los “puntos débiles” de la teoría genovesista. Porque ni Juan Antonio tenía el mismo nombre que el Giovanni genovés, ni eran la misma persona, como demuestra la existencia de documentos que los sitúan, con poco más de un mes de diferencia, a uno en Génova y a otro en España. Un acta notarial de febrero de 1500 coloca a Giovanni Colombo en una tasación de una finca en Quinto, Génova, mientras que poco más de un mes después, entre marzo y abril del mismo año, Juan Antonio Colombo estaba fletando buques en España con destino a las Indias. Teniendo en cuenta que el relato genovesista considera éste uno de los “puntos fuertes” de su teoría, ésta se desploma absolutamente ante dicha evidencia.
(El hermano de Juan Antonio Colombo se llamaba Andrea. Los hermanos de Giannetto eran Matteo y Amighetto.)
En definitiva: Las coincidencias de nombre no son entre Cristoforo, Bartolomeo y Giacomo, versus Cristóbal, Bartolomé y Diego, sino únicamente entre Cristoforo-Cristóbal y Bartolomeo-Bartolomé, habiendo de descartar Giacomo, que en español puede ser tanto Diego, como Yago, como Jaime, como Jacobo, como Santiago. La coincidencia de la estancia de Cristoforo en Madeira en 1478 se relativiza si tenemos en cuenta que aquél era agente comercial, y ni siquiera navegante, y Cristóbal Colón era ya por aquel entonces un reputado capitán o piloto de navío, y además no estaba de paso, sino que residía allí. La coincidencia del padre, Domenico, viene dada por la carta recibida por el Almirante en 1496, enviada por los tres hermanos Colombo de Génova (la cual habría levantado el rumor del Colón hijo de "tejedores"). Y finalmente, la coincidencia entre Giannetto (o Giovanni) y Juan Antonio Colombo se derrumba cuando comprobamos que no son en realidad la misma persona, por ejercer actividades diferentes, en dos lugares diferentes, con poco más de un mes de diferencia.
No dejan de ser notables todas estas similitudes, que como se suele decir, “las carga el diablo”. Más adelante las llamo “burlas del diablo”. Eso explica que los Colombo de Génova se pusieran en contacto, en 1496, con los Colón históricos. Éstos, como es de suponer, mantuvieron la distancia, pero ello no obstante dicho mensaje llegó al oído público, y se convirtió en un rumor, que los hermanos Colón trataron de atajar de la forma más brutal (cortando la lengua a los que lo divulgaron, como hizo Bartolomé Colón en las Indias, según apunta la Inquisición de Fernando de Bobadilla) [3].
Cristóbal Colón nació en Génova, o en algún lugar de la Lombardía, como demostraré en su momento, pero el relato de su vida es muy diferente al que ha impuesto el stablishment español e italiano sobre la materia. Las notorias y curiosas coincidencias entre la vida de los Colombo de Génova y los Colón históricos han abonado la creencia de que éstos y los otros son los mismos, cuando eso es falso [4]. Ello no obstante, es comprensible que en el año 1496 los Colombo genoveses se interesasen por los Colón históricos, pensando que formaban parte de su familia y habían sido “favorecidos por la buena fortuna”. De esta confusión doméstica se ha generado dicha “falacia histórica”, bendecida por el poder.
De ahí el título de este capítulo: “Cristoforo Colombo, la gran confusión”. Esta cuestión no es sólo producto de una confusión, sino que también ha generado una gran confusión. No todo el debate, o polémica, que ha generado es fruto de la mala fe. También hay buena parte de azar. Pero sea como sea, dicho debate ha sido instrumentalizado, por unos y otros, por intereses políticos o geoestratégicos (no sólo de “prestigio”). Espero, con este libro, no añadir más elementos de confusión, y sí en cambio desenredar la madeja para encontrar, por fin, el hilo de la verdad histórica.
Continúa en Cristoval Colom, ese gran desconocido.
Volver