El viejo ballenero

Vio salir del mar un chorro de agua... ¡Shsss! ¡Era una ballena que salía a respirar! Y un poco después esa ballena dio un gran coletazo... ¡Splass! Y su pequeño barco se empezó a mover a un lado y a otro...

Sí, así se movía... ¡Uy, qué mareo! Entonces, agarró muy fuerte su arpón con la mano... Y cuando estaba a punto de arrojarlo a la ballena, ésta le habló... Sí, porque ésta no era una ballena normal... Era la "reina de las ballenas". Y le dijo:

"Marinero: si quieres que un deseo te conceda, perdona la vida a esta pobre ballena".

Y el ballenero, a quien le encantaba navegar, bajó el arpón y le contestó:

"Ballena, éste es mi deseo: en tierra no haber pisado hasta que en los siete mares haya navegado".

"Deseo concedido", respondió la ballena, y luego desapareció... En ese momento, el ballenero vio convertirse su pequeña barca en el más fabuloso navío... Sí, ahora tenía el barco más marinero, que le llevaría a los siete mares...

Entonces, el barco empezó a navegar, y no importaba que hubiese tempestad o calma, siempre seguía su rumbo... Lo que pasa es que cuando atravesó el primer mar, nuestro ballenero se sentía muy solo, y deseaba volver a su casa...

"Amiga ballena, ¿otro deseo me podrías conceder? Cansado y solo me siento: permíteme a mi casa volver".

En ese momento, la reina de las ballenas volvió a lanzar un chorro de agua... (¡Schsss!) Y a dar un coletazo... (¡Splashhh!) Y apareció delante del marinero.

"Marinero: tu primer deseo no puedo deshacer".

¡Pobre ballenero! Si lo hubiera pensado mejor cuando hizo su primer deseo, ¡no le habría pasado esto! Ahora, para poder volver a su casa, debería navegar por los siete mares... Como pidió a la ballena.

Pero ésta tuvo piedad del ballenero y le concedió otro deseo: a partir de ahora, todos los vientos le serían favorables, y ninguna tormenta le estorbaría en su travesía...

Pasaron los años, y el ballenero conoció los paisajes más maravillosos, y las costumbres más extrañas... Y por fin pudo navegar por los siete mares... Pero cuando llegó de nuevo a su casa, ¡se llevó una gran sorpresa!

Sí, porque habían pasado tantos-tantos años desde ese día en que perdonó la vida a la reina de las ballenas, que las cosas en su pueblo ya no eran como él las conoció... O sea, que ahora se sentía extraño en su propia casa...

Nuestro ballenero amaba mucho el mar, pero también le gustaba la compañía de la gente. Así que se quedó en tierra, y desde ese momento fue conocido como "el viejo ballenero" que navegó en los siete mares del mundo.

Moraleja: Quien algo quiere, algo le cuesta.