La Gran Pirámide: un libro de piedra que esconde un gran secreto

En fechas recientes (concretamente, en marzo del 2022) Iván Martínez, de VM Gran Misterio, me ha realizado una entrevista, en la cual, con el concurso de mi colega Diego Méndez, hemos presentado algunas de las ideas fundamentales que se recogen en nuestros libros Ecos de la Atlántida y El árbol de los mitos. Básicamente, además de comparar los mitos y los símbolos de diferentes partes del mundo, por lo que se refiere al llamado “mito de los orígenes”, recopilamos una serie de constantes numéricas que se desprenden del estudio pormenorizado, tanto geométrico como aritmético, de las medidas de la Gran Pirámide de Giza. Éstas fueron establecidas por Sir Flinders Pétrie, a finales del siglo XIX, y aún siguen vigentes (véase más abajo).

Básicamente, dichas medidas demuestran que los constructores de la Gran Pirámide tenían conocimiento del número Pi (Π), del número Fi (Φ) y del metro. Ello lo demostraremos con las siguientes operaciones:

Π / 6 = 0,5236 (codo real de Giza, medida básica de la Gran Pirámide).

Φ2 / 5 = 0,5236 (codo real de Giza).

Es de destacar que la primera de estas operaciones aritméticas (Π / 6 = 0,5236) equivale a dibujar una circunferencia de 3,14159 metros, con un diámetro de 1 metro. Ello implica que los constructores de la Gran Pirámide conocían el metro, el cual equivale a una diezmillonésima parte de la distancia entre el Polo y el Ecuador terrestre.

Es más, si dividimos la circunferencia terrestre (40.030 kilómetros, si atendemos sólo al diámetro, y no tenemos en cuenta el ligero achatamiento de los polos) por el perímetro de la Gran Pirámide en su zócalo (926,1 metros), obtendremos una relación 1:43.200 (aproximadamente). Si multiplicamos 432 por 60 obtenemos el número de años del ciclo estelar conocido como Precesión de los Equinoccios (25.920). De todo ello hablo en los anexos 1 y 2.

Anexo 1: Pi, Fi , el metro, y la cuadratura del círculo (abajo).

Anexo 2: Entrevista con Iván Martínez, de VM Gran Misterio (abajo).

Recientemente he tenido la ocasión de ver un documento audiovisual de gran importancia. Se trata del documental La revelación de las pirámides. Aconsejo al lector que le eche un ojo, pues aporta una gran cantidad de información, seria y contrastada. Pues bien, en dicho documental he encontrado una tercera relación en la que no había reparado:

Π Φ2 = 0, 5236 (codo real de Giza).

Nuevamente, obtenemos el codo real de la Gran Pirámide. Lo que quiere decir que podemos obtener éste a través de la medida de Pi, de Fi, del metro estándar, y de la diferencia entre Pi y el cuadrado de Fi. ¡Asombroso! Ello me hace pensar que no sólo Fi es un número divino (o de oro, así se lo llama), sino también el codo real de la Gran Pirámide.

La visualización del documental La revelación de las pirámides me hizo pensar en una idea que ya plasmé en Ecos de la Atlántida: ¿Y si la Gran Pirámide es un “libro de piedra” en el que, amén de encriptar una serie de medidas universales, se alude a un hecho, o evento, que tuvo lugar en el pasado? La proximidad de la Esfinge, que apuntaba a Régulo (en la constelación de Leo) cuando dicha estrella se situaba justo enfrente del monumento, hace algo más de 11.000 años (tal vez señalando el Diluvio universal), me hace pensar en la posibilidad, mencionada en el citado documental, de que la Gran Pirámide sea asimismo un monumento conmemorativo que pretende preservar -para generaciones posteriores- una advertencia: tal vez el evento que tuvo lugar hace 11.000 años, y que previsiblemente volverá a suceder en el futuro, como consecuencia del gran ciclo sideral llamado Precesión de los Equinoccios. Nótese que la Gran Pirámide incorpora la proporción 1:43.200, que si la reducimos a 432 (y la multiplicamos por 60) nos da la cifra exacta del Gran Año precesional: 25.920 años, divididos en 12 eras Zodiacales.

Así pues, la Gran Pirámide sería un modelo a escala de las dimensiones de la Tierra (1:43.200) y de la duración del Gran Año precesional (25.920 años).

Otro documental, con el que tengo algunas discrepancias de detalle, pero que desde mi punto de vista aporta ideas valiosas por lo que se refiere a la Historia Olvidada, incide en este aspecto: la Gran Pirámide nos advierte de que una gran catástrofe sucede de forma periódica en la Tierra, en un momento determinado del Gran Ciclo Precesional. Esta gran catástrofe habría coincidido, en el pasado, con el llamado Younger Dryas, sucedido hace unos 12.800 años. Como dije más arriba, en Ecos de la Atlántida hago mención de una idea similar, expuesta por Martin B. Sweatman y Dimitrios Tsikritsis, de la Universidad de Edimburgo, en su artículo “Decoding Göbleki Tepe with Archaeoastronomy: what does the fox say?”.

En el Abstract de esta obra se dice literalmente: “Hemos interpretado buena parte del simbolismo en Göbekli Tepe  en términos de sucesos astronómicos. Comparando los bajorrelieves de algunos de los pilares en Göbekli Tepe con asterismos de estrellas encontramos una evidencia clara de que la famosa ‘piedra del buitre’ marca la fecha del 10950 a. C. +/- 250 años, lo cual se corresponde con el evento Younger Dryas [véase más arriba], estimado hacia el 10890 a. C. También hemos encontrado evidencias de que la función primordial de Göbekli Tepe fue la de observar lluvias de meteoros y señalar encuentros con cometas. De hecho, el pueblo de Göbekli Tepe tenía un especial interés en la corriente de meteoros llamados Táurides, la misma corriente de meteoros que es propuesta como responsable del evento Younger Dryas. ¿Es Göbekli Tepe el smoking gun [la prueba definitiva] del encuentro planetario que provocó el Younger Dryas, y como consecuencia, de un catastrofismo coherente?”.

Ahora pienso que como los constructores de Göbleki Tepe, datado en torno al 11.500 antes del presente (aproximadamente), los que levantaron la Gran Pirámide querían hacer notar a generaciones futuras (respecto a sus tiempos) un suceso, o evento, tal vez recurrente en el tiempo, que tuvo lugar en la Era de Leo, y que podría suceder otra vez en el futuro. Dicho evento estaría relacionado con los meteoros llamados Táurides (según Martin B. Sweatman y Dimitrios Tsikritsis), o bien con el llamado Planeta X y con el Sol Muerto situados más allá del cinturón de Kuiper, en el borde exterior de nuestro sistema solar (según los autores del documental Forbidden History).

Las medidas de la Gran Pirámide según Flinders Pétrie

Para acabar, quisiera exponer aquí algunas citas de dos trabajos de Sir Flinders Pétrie, en los cuales documenta su precisa y exhaustiva medición de todos los recovecos de la Gran Pirámide. Dichas obras son:

I) The Pyramids and Temples of Gizeh, publicado en 1883.

II) The Pyramids and Temples of Gizeh (versión ampliada), publicado en 1883.

Éste dice (I, página 28): “The four sides there yield a mean value of 20’632 [pulgadas] +/- 004, and this is certainly the best determination of the cubit [codo real] that we can hope from the Great Pyramid”. Según sus medidas, el sepulcro de la Cámara del Rey tenía una altura de 2 cúbitos (II, 86), o 41,31 pulgadas. A partir de esta medida del cúbito, establecida a partir de las pulgadas inglesas, aporta unas medidas de la Gran Pirámide, comúnmente aceptadas, de 440 codos reales de lado por 280 codos reales de altura (II, 183). Es más, considera que estas medidas (440 cr versus 280 cr) están confirmadas por lo que él denomina “teoría del número Pi” (II, 199).

¿Y en qué consiste esta teoría del número Pi? Él mismo lo explica: “For the whole form the Π proportion (height is the radius of a circle = circumference of Pyramid) has been very generally accepted of late years, and is a relation strongly confirmed by the presence of the numbers 7 and 22 in the number of cubits in heigh and base respectively; 22:7 being one of the best known approximations to Π” (I, 93). Uno de los frutos de esta relación 440 cr (base de un lado de la pirámide) por 280 cr (altura de la pirámide) es su inclinación (51o51’) (II, 184), la cual fundamenta el resto de las medidas y proporciones del monumento (véase más abajo), tanto en su interior como en su exterior (II, 222).

Además de señalar la ajustada precisión del monumento, que tiene a Pi como su unidad de referencia o medida (de la cual, como hemos visto, obtenemos el codo real de la Gran Pirámide), Flinders Pétrie se hace eco de la perfección en el tallado de los bloques, tan bien encajados que entre bloque y bloque no cabe ni un cabello: “In fact, the means employed for placing and cementing the blocks of soft limestone, weighing a dozen to twenty tons each, with such hair-like joints, are almost inconceivable at present” (I, 86). El citado metrólogo y estudioso se maravilla asimismo del elaborado torneo de los vasos de piedra hallados en el Egipto del Imperio Antiguo, o en otras piezas de piedras duras como el granito, en las que se aplicó una presión mecánica (no manual) de hasta dos toneladas. Por no hablar de la regularidad y la perfección de cada una de las curvas de este torneado, o de la increíble velocidad de ejecución, en piedras tan duras como feldespato o cuarzo, lo que excluye un trabajo manual (I, 78; II, 177).

Flinders Pétrie expone asimismo su ignorancia por los métodos de los constructores de la Gran Pirámide para elevar los bloques de piedra a grandes alturas (I, 84), y alude a la curiosa circunstancia de que en su interior, excepto las marcas de las cámaras de descarga, no se encuentren inscripciones de ningún tipo (I, 90). Sea como sea, llega a la siguiente conclusión: “[La Gran Pirámide] There may be seen the very beginning of architecture, the most enormous piles of building ever raised, the most accurate construction known, the finest masonry, and the employment of the most ingenious tools” (I, 1).

Anexo 1: Pi, Fi, el metro, y la cuadratura del círculo

Aquí expongo un pasaje de mi artículo La gran pirámide no fue construida en tiempos de Keops: todas las pruebas.

Jean Pierre Adam escribe: “Hay que saber que, de todas las civilizaciones de la Antigüedad, desde la China a Roma, la de Egipto ha sido por cierto la más indiferente a la investigación en general, y en especial a la matemática... Egipto, en toda su historia, sólo ha transmitido siete documentos que abordan el tema, de los cuales uno solo, el papiro de Rhind, tiene cierta importancia. Es así como sabemos que Egipto se conformaba con un número Pi=3, como muchos otros pueblos, y que nunca logró superar la tabla de multiplicación por dos. Una sola excepción aparece bajo la forma del cálculo de la superficie del círculo, utilizando la elevación al cuadrado de los 8/9 del diámetro, lo que daría un valor de Pi=3,16, pero nada prueba que el autor del ejercicio haya pensado nunca en sacar un valor de Pi, que además habría sido incapaz de escribir” (página 168). 

En mi libro Ecos de la Atlántida encontramos lo siguiente: “El número Pi (Π) [ 3,14159] es la puerta del Conocimiento (de ahí que se represente con su grafía griega, que tiene la forma de una puerta). Es la clave fundamental de la Geometría, y al mismo tiempo de la Gnosis. ¿Qué relación tiene con la Gran Pirámide? Seguidamente me dispongo a demostrar que esta enorme construcción representa otro método para preservar la memoria. Este 'libro de piedra' no es sólo un 'memorial' de un hecho pasado (que lo es), sino también el receptáculo del Conocimiento Sagrado (la Gnosis)... La prueba la tenemos en la medida básica de todo el conjunto de la Gran Pirámide: el codo real de la pirámide de Keops. Éste, que mide 0,5236 metros (posteriormente comprobaremos cómo podemos obtener esta cifra a partir del estudio de la geometría del monumento), es el resultado de dividir Π entre 6 (el resultado es 0,523598). Más adelante comprobaremos que Pi es empleado por los constructores de la pirámide para, a partir de una inclinación de sus caras determinada (51 grados 51 minutos), obtener la 'cuadratura del círculo', teniendo el perímetro de sus cuatro caras como base del cuadrado, y la altura como radio del círculo. Pero a partir del codo real (0,5236) también obtenemos el llamado 'número de oro': Fi (Φ). Ello es evidente si realizamos la siguiente operación: Φ2/5 (el resultado es 0,5236). Dicho número sagrado (Φ) lo encontramos asimismo en la geometría de la pirámide, como veremos en su momento” (página 382).

El número Fi, también llamado la “proporción áurea”, o “número de oro”, se expresa con la cifra 1,618033. En términos geométricos constituye “la relación existente en la ecuación ‘AB es a AC como AC es a BC.’, siendo C un punto interior del segmento que une a A y a B”. Esta proporción, que durante el siglo XVI era conocida en Italia como Divina Proporción, tiene relación asimismo con otro número irracional muy conocido por los geómetras y los constructores: el número Pi (véase arriba). Si bien el número Fi fue descubierto por el matemático Leonardo de Pisa, más conocido como Fibonacci (1175-1250), presuntamente fue empleado desde la Antigüedad (en este caso, está implícito en las proporciones de la Gran Pirámide).

No sólo eso. Quienes construyeron la Gran Pirámide conocían la medida hoy llamada metro estándar: la diezmillonésima parte de la distancia que separa el Polo del Ecuador terrestre, según la definición de la Academia de Ciencias de Francia (de finales del siglo XVIII). Ello es fácil de demostrar: si trazamos una línea de un metro de longitud, que hace de diámetro de un círculo, su circunferencia medirá 3,14159 metros. Pues bien, un arco equivalente a 1/6 de dicha circunferencia (marcado por un hexágono inscrito en ella) mide exactamente 0,5236 metros; de nuevo, el codo real de la Gran Pirámide. ¿Qué quiere decir ello, además del hecho evidente de que los constructores de este monumento conocían las dimensiones exactas de la Tierra (el metro geodésico), y asimismo números tan complejos (y al mismo tiempo elementales) como el número Pi y el número Fi?

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Obtención del codo real a partir del metro como medida estándar

André Pochan (página 148) acepta el valor dado por Flinders Pétrie del codo real de la pirámide de Keops: “De las doce mediciones hechas sobre las paredes de la cámara, Pétrie obtiene el valor del codo, o sea 0,52367 metros, valor que debe ser considerado como el mejor y más aproximado al codo que se usaba durante la IV Dinastía”. ¿Y qué valores en codos encontramos en la Gran Pirámide? Son numerosos: la anchura de la Gran Galería (incluyendo las banquetas laterales) es de 4 cr (codos reales); la longitud de la Cámara del Rey son 20 cr; la anchura de la Cámara del Rey son 10 cr; la altura del sarcófago de la Cámara del Rey son 2 cr; las dimensiones de la Cámara de la Reina son: longitud (11 cr), anchura (10 cr), altura (9 cr), cima (12 cr); zócalo de la pirámide (1 cr). Y notemos especialmente la base de una cara (440 cr) y la altura de la pirámide (280 cr, a los que hay que añadir un codo real del zócalo). Se da la circunstancia de que si sumamos la longitud de la base (440 cr) y el diámetro del círculo que tiene la altura como radio (280 cr x 2 = 560 cr) obtenemos una longitud de 1.000 codos reales. Ello no es casualidad, por supuesto. Y nos da idea de que los constructores de la Gran Pirámide conocían la base numérica decimal.

Ahora nos tenemos que preguntar. ¿Existe constancia de que los constructores de la Gran Pirámide conocieran el metro? La respuesta es afirmativa. Por poner un ejemplo, la Cámara del Rey de la pirámide de Keops está exactamente a 43 metros de altura sobre el zócalo; la diagonal de su muro mayor mide 12 metros, y su volumen es 321 m. Ello no obstante, la Cámara del Rey está calculada en codos reales, que cumplen con el llamado “triángulo isíaco” (o de Pitágoras, con las proporciones 3/4/5): la diagonal de su muro menor (15 cr), la longitud (20 cr) y la diagonal interior (25 cr) forman un triángulo de proporciones 15/20/25 que, al dividir sus longitudes por 5, resulta ser el triángulo 3/4/5 (Miquel Pérez-Sánchez Pla).

Miquel Pérez-Sánchez Pla escribe: “Entre las particularidades que ya de inicio presentaba el monumento hay cuatro especialmente importantes: una aproximación a la cuadratura del círculo, la presencia del número Fi (Φ) o número de oro —igual a 1,6180 y considerado el número de la belleza—, su orientación con los cuatro puntos cardinales, y la proporción entre la altura del monumento y la distancia al sol”. Seguidamente nos ocuparemos de las tres primeras.

Pi y Fi son claramente reconocibles en la pirámide de Keops. Para obtener estos números haremos uso de las mediciones efectuadas por Flinders Pétrie, que se suelen emplear como datos de referencia: 440 codos reales como lado de la base de la pirámide, y 280 codos reales como su altura. Por lo que se refiere a Pi, basta con calcular el perímetro de su base (1.760 codos reales) y compararlo con el resultado de multiplicar la altura (280 codos reales, equivalente al radio) por 2Π (2 x 3,14159 = 6,28318). Ello nos da 1.759,3 codos reales. En definitiva, obtenemos el número Pi dividiendo el perímetro de la base de la pirámide de Keops por el doble de su altura.

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Obtención del número Pi a partir de las medidas de la Gran Pirámide. Aquí se cumple, de forma geométrica, la aproximación a la “cuadratura del círculo” (fuente: Peter Tompkins)

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Obtención aritmética del número Pi, a partir de las medidas de la Gran Pirámide

Aquí hallamos dos “coincidencias”. En primer lugar, el resultado de Pi (3,14286) coincide con el producto de la división entre 22 y 7 (que está en la base de todos los cálculos de la pirámide, como indica Flinders Pétrie). En segundo lugar, la base de la pirámide es un cuadrado cuyo perímetro es igual a la circunferencia de un círculo cuyo radio es la altura de la pirámide. En definitiva, en la Gran Pirámide se cumple -con gran aproximación- la llamada “cuadratura del círculo”. Para que se pueda obtener este resultado, los constructores debían conocer el número Pi con una precisión bastante considerable. Ello se contradice con la visión que tenemos de las matemáticas egipcias (expresada, más arriba, por Jean Pierre Adam).

(Flinders Pétrie lo deja bastante claro. Considera que los egipcios calculaban el número Pi como el resultado de dividir 22 entre 7. Haciendo el cálculo correspondiente [3,142857 x 2 x 280], el resultado es 1.759,99, que coincide con el área de la base de la pirámide [1760 codos reales]. André Pochan, página 148.)

Por lo que se refiere al número Fi, su cálculo es muy sencillo, dadas las proporciones de la Gran Pirámide. Para ello hemos de trazar la apotema de una de sus caras, que divide su base por la mitad (440 : 2 = 220 codos reales). Si el valor de la base de una semicara es 1 (220 codos reales), la apotema viene dada por Fi (220 x 1,618033 = 355,97 codos reales), y la altura adquiere el valor de raíz de Fi (220 x 1,27 = 279,84 codos reales). En definitiva, obtenemos una buena aproximación de Fi (1,61818) dividiendo la apotema (356 codos reales) por la semicara de la base (220 codos reales).

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Obtención del número Fi a partir de las medidas de la Gran Pirámide (fuente: Peter Tompkins)

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Obtención aritmética del número Fi, a partir de las medidas de la Gran Pirámide

¿De qué forma podemos obtener estos resultados? (El número Pi, el número Fi, y la cuadratura del círculo). Para ello es necesario que la inclinación de la pirámide sea exactamente de 51 grados y 51 minutos. Sólo de este modo se puede conseguir la “cuadratura del círculo” (en que la relación de su altura con el perímetro de su base es igual a la relación del radio de un círculo con su circunferencia). Pero además el codo real ha de tener una longitud muy precisa: exactamente 0,5236 cm. ¿Y cómo consiguieron esta medida los constructores de la Gran Pirámide? Lo hicieron aplicando una sencilla regla, que presupone el conocimiento del metro geodésico: si trazamos una línea de un metro de longitud, que hace de diámetro de un círculo, la circunferencia medirá 3,14159 metros (igual al número Pi). Pues bien, un arco equivalente a 1/6 de dicha circunferencia (marcado por un hexágono inscrito en ella) mide exactamente 0,5236 metros: es el codo real de la Gran Pirámide. De tal modo, el codo real de la pirámide de Keops es resultado del conocimiento: 1) del metro y 2) del número Pi (de nuevo). 

Todo ello hace pensar que los constructores de la Gran Pirámide estaban familiarizados con la forma y el tamaño de la Tierra, puesto que el metro (que fundamenta la medida del codo real egipcio) es la diezmillonésima parte de un arco de meridiano entre el polo y el ecuador (véase más arriba). Un indicio de esta “ciencia sublime” lo tenemos en la perfecta orientación respecto al Norte verdadero, y su increíble precisión: la base es uniforme, con una desviación de sólo 2,1 cm; la desviación media de los lados respecto a los puntos cardinales supone un arco de 3 minutos 6 segundos; y la diferencia mayor en longitud de los lados (para una media de 230,41 m) es de 4,4 cm. A este respecto, Peter Tompkins escribe: “La Gran Pirámide estaba alineada de forma tan precisa con los puntos cardinales de la brújula que sobrepasaba en precisión cualquier construcción humana realizada hasta la fecha [en tiempos de Flinders Pétrie]”.

Nótese que Jean Pierre Adam atribuye a la escasa precisión del número Pi de los antiguos egipios (que él cifra en 3) la razón “por la cual la inclinación de los lados de la pirámide de Keops da un valor de 51º50'” (página 168), cuando en realidad sucede lo contrario. Es precisamente dicha inclinación la que asegura que se cumpla las medidas fundamentales de Pi, de Fi, del codo real y de la cuadratura del círculo (e incluso del metro geodésico), implícitas de forma muy clara y evidente en las proporciones de la Gran Pirámide. Éste es un error no menor en la obra de Jean Pierre Adam, como hemos visto.

Anexo 2: Entrevista con Iván Martínez, de VM Gran Misterio (marzo del 2022)

(34:30-48:50)

IVÁN MARTÍNEZ: Hay una parte muy importante en esto, pero que muy poca gente conoce. En Egipto, al lado de la Esfinge, hay un pequeño templo, templo que no es turístico, no es transitable, está cerrado. Allí pude sacar unas fotos impresionantes de unos bloques de piedra gigantes… Son bloques gigantescos de una sola pieza; pero lo impresionante es que estaban detrás de otros bloques que son más modernos, recubriendo a estos más antiguos. Y las fotos hablan por sí solas. Son dos tipos de piedra que hay en Egipto, en cuanto a su construcción antigua, que no encajan; más parecidas a Sacsahuaman [en Perú] que a lo que tenemos en el propio Egipto, como si hubiera habido dos tipos de construcciones: una ultraantigua, y otra del nuevo Egipto que se erigió encima… No hay nada parecido en Egipto, sólo en ese templo.

JOSÉ LUIS ESPEJO: También habría que hablar del Osireion de Abydos, que tiene unas piedras muy parecidas por ejemplo a las del templo de la Esfinge…

IVÁN MARTÍNEZ: Cierto, …  en el Osireion también está ese tipo de construcción. Lo que pasa es que muchas veces está anegado por el agua, no te dejan bajar. Pero las veces que te dejan bajar lo ves. Y allí también había un símbolo en la pared muy extraño…

JOSÉ LUIS ESPEJO: La Flor de la Vida. Es muy curioso este símbolo. Yo le doy un cierto significado, porque fíjate que es una sexifolia, y ésta aparece por ejemplo en la simbología rural de la península ibérica… ¿Qué quiere decir la sexifolia? Se le llama la Flor de la Vida. Yo creo que lo fundamental de este símbolo es el número 6, porque una de las cosas que creo que hemos destacado en este libro [Ecos de la Atlántida] como en El árbol de los mitos es la importancia del 6 y del 60… Los egipcios tenían un sistema numeral de base 10, prácticamente desde el IV milenio antes de Cristo. Sin embargo, la pirámide de Keops tiene un sistema numeral de base 6, que es el que hay que atribuir por ejemplo a Sumeria. ¿Por qué?... Una de las cosas que no se suele hablar es que el codo real de la pirámide de Keops, que es 0,5236 metros, lo encuentras en el zócalo de la pirámide, pero también lo encuentras en lo que es el sepulcro de la cámara del rey, que tiene dos codos reales de altura. Es fácil de distinguir y de calcular. De hecho, lo hizo Flinders Pétrie, que era un especialista en mediciones. Por cierto, la palabra pirámide tiene la palabra middá [El nombre «pirámide» deriva del griego πυρα (pira, «fuego») y —paradójicamente— del hebreo הדמ (middá, «medición»)]. En fin, este codo real se obtiene de la división del número Pi [Π] por 6. Si tú divides el número Π, que es 3,14159, por 6 tienes exactamente el codo real. Y no solamente eso… Si tú haces una circunferencia con un diámetro de un metro tienes exactamente una circunferencia de 3,14159 [metros]. Lo que quiere decir que los egipcios no solamente conocían el número Π, sino que también conocían el metro. Y si conocían el metro conocían el tamaño de la Tierra. Porque un metro es una diezmillonésima parte de la distancia que hay entre el Ecuador y el Polo. Pero no solamente eso. También conocían el número Fi [Φ], que es tan importante en las matemáticas, y es el número -digamos- de oro, que se llama. ¿Cómo se puede obtener el número Φ? Solamente hay que ver la siguiente operación. Φ 2/5 [Fi al cuadrado entre cinco] es exactamente el codo real: 0,5236. Animo a los espectadores a que hagan estos cálculos con una calculadora y lo verán. ¿Qué quiere decir todo esto? Que dentro de la gran pirámide hay una serie de medidas y de cifras de altas matemáticas que son incomprensibles en una sociedad del Calcolítico, en el año 2500 antes de Cristo, que es -más o menos- cuando estaba datada la pirámide… Son incomprensibles. Lo que quiere decir esto es que la Gran Pirámide está ocultando, encriptando, una serie de medidas y de conocimientos que provienen -digamos- de una sociedad muy tecnológica, con altos conocimientos matemáticos, que no son compatibles con una sociedad de la época del cobre, de la época de Keops. Y otra cosa muy curiosa también, que hay que decir… Este libro, Ecos de la Atlántida, lo hemos dividido en dos partes. La primera parte es lo que yo llamo La Leyenda, donde hablamos fundamentalmente de la mitología comparada y de la simbología comparada. La segunda parte es lo que llamo, lo que llamamos, La Herencia, donde hablamos tanto del legado material como del legado inmaterial. Tanto la Esfinge como la Gran Pirámide forman parte del llamado Legado Material, y ese “legado material” encripta una serie de conocimientos y de secretos; de medidas. Pero después, si hablamos del Legado Inmaterial, podemos hablar por ejemplo de lo que es el Mapa del Cielo, que es el Firmamento. De eso podríamos hablar, y nos podríamos extender muchísimo. Por ejemplo, el significado de la Esvástica, en relación a la constelación de Hércules, que en aquella época se llamaba “las rodillas de Hércules”. Hace 11.000 años el Polo estaba en medio de las rodillas de Hércules. Si hacemos rotar las rodillas de Hércules tenemos la Trinacria, que es la primitiva Esvástica. Estamos hablando de una antigüedad de 11.000 años. Pero después podemos ver otras cosas. Por ejemplo, lo que yo llamo el “sello”; el “sello de los Antiguos”. Cuando vemos por ejemplo la constelación de Canis Maioris, la constelación de Orión y la constelación de Tauro vemos tres símbolos o señales. El primero sería la “rosa canina”, la “estrella perro” [Sirio], que los masones convirtieron en la “rosa canina”; hay que tener en cuenta que la rosa es un símbolo de “secreto”. Cuando hablamos del cinturón de Orión estamos hablando de las tres estrellas, o tres puntos, que es un símbolo masónico. Y cuando hablamos de Tauro estamos hablando de las Híades, que es un conjunto estelar… en forma de compás o de letra A. Estamos hablando aquí de los tres símbolos fundamentales de la masonería universal. ¿Cuándo considero que se hizo este mapa del Cielo, que incluye Hércules, que incluye Draco? Hércules mata al Dragón… Si miramos un mapa estelar veremos que en la parte del Norte Hércules mata al Dragón, que es como decir que el héroe mata a la bestia. Solamente quisiera mencionar un ejemplo de este mito, que es el de Indra matando a la serpiente celeste Vritra. Esto aparece en el Rig Veda. Literalmente se dice: Indra mató a la serpiente celeste, y entonces las aguas empezaron a discurrir. ¿Qué representa la serpiente celeste, es decir, Draco? Representa los glaciares boreales. ¿Qué representa el hecho de que Indra, o el Héroe, ya puede ser Gilgamesh, ya puede ser Hércules, ya puede ser Orión, o distintos héroes que aparecen en la mitología universal, mate al dragón? Significa que empiezan a correr las aguas. Y eso es una especie de explicación mítica del Diluvio. Cuando se deshicieron los glaciares boreales, las aguas empezaron a circular y a correr. Eso evidentemente supuso una gran catástrofe. Y después también, para acabar con este tema porque se está haciendo un poco largo, quiero hablar de que, dentro de la herencia inmaterial, o el legado inmaterial, tendríamos que hablar del nombre de la deidad, dentro del área cultural judeocristiana, en la que yo estoy inscrito, a la que yo pertenezco… Estamos hablando de Yahvé y de Elohim. Yahvé es como se llamaba la deidad en Judá, en el sur de Israel. Elohim es como se llamaba la deidad en el norte de Israel, en Samaria. Pues yo creo que no es casualidad que el “Yo soy el que soy”, esa famosa frase que dijo la deidad a Moisés, aparezca en Éxodo 3,14. Capítulo 3, versículo 14. Curiosamente 3,14 es el número Pi [Π]. Tampoco es casual que Elohim se escriba como Alhim, y tenga el valor de la Cábala numérica [Gematría] de 3,1415. Y te lo voy a leer: Elohim [Alhim] se compone de Aleph, que tiene el número 1, Lamed, el número 30, He, el número 5, Yod, el número 10 y Mem, el número 40. Ésta es la Cábala númerica; es decir, el valor numérico de cada una de estas letras. Si las reordenamos [si se trata de un anagrama] tenemos el número 3,1415 [empleando para ello el primer dígito de cada cifra]. Nuevamente el número Π. ¿Es casual? Evidentemente no. Eso quiere decir que en un determinado momento, lo que yo llamo un “comité de sabios”, encriptó una cierta información, que en este caso es el número Pi, en el nombre de la deidad. Tanto en el Sur, es decir, en Judá, es decir, el nombre de Yahvé, como en el Norte, que es Elohim. ¿Con eso qué quiero decir? Que cuando estamos hablando… Cuando los masones, por ejemplo, hablan de que la deidad tiene como… letra representativa la G, estamos hablando de la Gnosis, es decir, del conocimiento, de la G de Geometría, y de la G de God, de Dios. Estamos hablando del Gran Arquitecto. ¿Qué quiero decir con esto? Ya para acabar. Que el conocimiento es muy antiguo, ha sido transmitido de generación en generación, que está a la vista de todos… Solamente hay que saber leerlo; y para leerlo hay que tener la clave de la simbología; conocer los símbolos para poder leer digamos los conocimientos ocultos, que están a la vista de todos. Y que hay un “comité de sabios” que de alguna manera ha preservado de generación en generación, desde la antigüedad, ese conocimiento. Tanto de forma inmaterial, es decir, representándolo en los cielos, en el Firmamento, con el Mapa del Cielo, como en grandes obras, como la pirámide de Keops. Y con esto ya acabo.

IVÁN MARTÍNEZ: De hecho, aparte de lo que has comentado, la G también es una espiral. Es el número áureo con la sucesión de Fibonacci… El secreto de la matemática oculta en esos símbolos que nos han dejado las sociedades secretas, ahora discretas. Y claro, el hombre antiguo, aquellas culturas, el que descubriera la matemática, era un conocimiento para unos pocos elegidos, para unos pocos que podían transmitirlo y lo guardaban en recelo. Igual que las sociedades secretas; es decir, los antiguos formaron las sociedades secretas sin tener los nombres de ahora, pero me resuenan también historias como en Sumeria las tablillas, que hablaban de los Apkallu, los Siete Sabios, también conocidos como siete individuos, personajes, o seres, lo que fuera, que se distribuyeron por el mundo y generaron, o copiaron, una parte de la cultura madre, a su manera, con símbolos que coincidían. Uno de ellos era la historia de Oannés, el hombre-pez, que salió de las aguas, aunque hay ciertos matices en relatos más antiguos que nos hablaban de que salió en un cubo en el agua. Son relatos más antiguos, pero en definitiva sí que hubo alguien o algo, con un conocimiento madre, que lo copió en otros lugares.

JOSÉ LUIS ESPEJO: … Ese Oannes fue convertido, en la tradición judaica, en Ioannes, Juan.

IVÁN MARTÍNEZ: Sí, eso lo vi en el Vaticano. En el Vaticano ponía Oannés, en grande. Fui tirando del hilo, y es efectivamente lo que tú dices.

(57:37l-1:16:17)

JOSÉ LUIS ESPEJO: El Ecuador antiguo [teoría de Jim Alison] tendría como polo [un punto situado] en la zona de Alaska, pero eso es imposible, porque hace 18.000 años el Polo estaba en la zona aproximada de Groenlandia… ¿Qué quiere decir? Sea lo que sea el Ecuador antiguo, no tiene nada que ver con una inclinación del eje terrestre… El Ecuador antiguo tiene un ángulo, respecto al eje terrestre actual, de 30 grados. Es como si se hubiese producido un desplazamiento del eje terrestre de 30 grados; pero se sabe que hace 18.000 años, que fue el momento álgido de la última glaciación, el eje terrestre estaba en la zona de Groenlandia. No estaba en Alaska… Lo que quiere decir que este Ecuador antiguo marca algo que no es un tema climatológico o geofísico, sino que marca otra cosa. Tiene que haber algo en Alaska o en sus alrededores que explique el porqué de ese Ecuador antiguo. Un Ecuador de 40.000 kilómetros exactos, que divide la Tierra en dos. Eso es algo desconocido. ¿Qué hay que explique el hecho de que exista este Ecuador antiguo si climatológicamente, y por lo que se refiere a la geomorfología y a la geofísica, no es explicable?... Para que hubiese habido un Ecuador antiguo con ese contorno [con una inclinación de 30 grados respecto al Ecuador actual, según la teoría de Jim Alison], tendría que haber habido un desplazamiento de los continentes, o bien un cambio del eje de 30 grados. Y eso no se ha demostrado científicamente. Lo del bamboleo del eje terrestre es lo que explica las estaciones, por ejemplo… El hecho de que haya primavera y verano, y que no tengamos siempre el mismo clima… ¿Qué es lo de la “precesión de los equinoccios”? Sencillamente este bamboleo del eje terrestre [inclinado 23,5 grados] produce un desplazamiento de las constelaciones, sobre un punto concreto, en el equinoccio vernal, es decir, en el equinoccio de primavera, de aproximadamente 1 grado cada 72 años; y esto dura 25.920 años. Y este desplazamiento se produce al contrario del movimiento del planeta, movimiento de traslación y de rotación. Es decir, tiene un sentido horario, no tiene un sentido antihorario… Pero es puramente visual. Sencillamente vemos moverse las constelaciones, las estrellas, por el horizonte, con una cadencia de 1 grado cada 72 años. En total, 25.920 años [72 x 360 = 25.920].

IVÁN MARTÍNEZ: Puramente visual, pero en el pasado podía haber regido las construcciones también.

JOSÉ LUIS ESPEJO: Sí. ¿Qué quiere decir esto? Pues que ese “comité de sabios” estableció que cada época zodiacal, cada era zodiacal, tendría sus propios dioses. Están los dioses toro, los dioses carnero, los dioses peces, los dioses león… Y eso me lleva al tema de la Esfinge. La Esfinge está orientada perfectamente al Este. La Esfinge tiene como nombre Horus en el Horizonte. ¿Qué quiere decir eso? Da la casualidad de que… en el 9000 antes de Cristo, concretamente el 28 de mayo del 9000 aC. [según el programa Stellarium], la estrella Régulo, que es el Corazón del León, tiene ese nombre, estaba perfectamente encarada con la Esfinge. El León [la Esfinge] estaba encarado con el León [la constelación Leo]. Es más, con Régulo, que es la única estrella de Leo que coincide con la Eclíptica. ¿Y qué es la Eclíptica? Es, digamos, la trayectoria aparente del Sol en el Horizonte. Pues hace exactamente 11.000 años, algo más de 11.000 años, pues eso sucedió en el 9000 aC., en lo que fue el equinoccio de primavera del 9000 antes de Cristo, que sucedió el 28 de mayo, había una correspondencia entre la Esfinge y la estrella Régulo. Eso sucedió una sola vez. Sucede una sola vez cada 25.920 años. Y da la casualidad de que en ese momento el Polo estaba entre las rodillas de Hércules. Si vemos una carta celeste veremos que Hércules está encima de Draco, y entre sus rodillas, entre sus piernas, vemos que hay un espacio vacío. Allí estaba el Polo hace 11.000 años. Ese es el origen de la Esvástica, que es uno de los símbolos más antiguos que existen. Y que evidentemente no tiene nada que ver con los nazis. Por otro lado, la Esvástica habitual es dextrógira, es decir, que gira hacia la derecha, y la de los nazis era sinistrógira, que giraba hacia la izquierda. ¿Qué quiere decir esto? Pues que quienes construyeron la Esfinge conocían perfectamente la Precesión de los Equinoccios. Es decir, ese ciclo temporal de 25.920 años. Es más, también podemos decir una cosa. Los que construyeron las pirámides, convirtieron la pirámide de Keops en un modelo a escala de la Tierra. ¿Por qué? Porque si comparamos el perímetro de la pirámide, incluyendo el zócalo, que son 927,1 metros [926,1 metros en realidad], con el perímetro de la Tierra, el Ecuador, que son 40.030 kilómetros [si lo calculamos a partir del diámetro, sin tener en cuenta un ligero achatamiento de los Polos, como sucede en realidad], y hacemos la división, nos sale una escala 1:43.200 [aproximadamente], que nos lleva al número 432, que junto con el 72 y el 60 son números sagrados en todo el mundo. Si multiplicamos 432 por 60, y ahí volvemos al tema de la numeración sexagesimal que utilizaron los constructores de la Gran Pirámide… Si multiplicamos 432 por 60 tenemos exactamente 25.920, que es el número de años de la precesión. O sea, la Gran Pirámide, al mismo tiempo que nos dice el número Pi, el número Fi, y el metro, también nos está diciendo que es un modelo a escala de la Tierra a una escala 1:43.200, y además nos está diciendo la duración exacta del Gran Ciclo Precesional, que son 25.920 metros [años]. Es un ejemplo más que en la Gran Pirámide, la pirámide de Keops, hay muchas cifras, muchas proporciones, que están encriptadas, que solamente hay que ver a través de digamos… hacer unas cuantas reglas de tres, unas cuantas multiplicaciones y divisiones. No es demasiado complicado de establecer estas correlaciones.

DIEGO MÉNDEZ: Mucho de este material que estás dando, también nos hemos basado en una tesis doctoral cum laude de Miquel Pérez Sánchez… por la Universitat Politècnica de Catalunya, del que yo tuve la suerte de ir a algunas de sus conferencias, y gracias al libro [de Miguel Pérez Sánchez] tengo algunos datos que son sorprendentes, asombrosos. Por ejemplo, el número Pi no sólo aparece en estas medidas que nos ha dado José Luis Espejo, sino que si sumamos todas las superficies vistas de la Gran Pirámide nos da en codos reales justamente el número de 314.159, es decir, 314159. Otra vez el número Pi también está ahí. Y por ejemplo, los metros. Que midan en metros. ¿Cómo podemos saber que conocían el metro, aparte de que P/6 de una circunferencia de un metro de diámetro nos da el codo real, que es justamente la altura del zócalo de la Gran Pirámide. Que parece como si nos estaban indicando el patrón de medida de la Gran Pirámide, tanto el metro como el codo real. El volumen de la cámara del rey es 321,00 metros cúbicos. La altura del cámara del Rey es de 43,00 metros también [desde el suelo de la meseta de Giza], o la arista de la Gran Pirámide también se da en metros exactos, 218,00. Es decir, tenemos una serie de cifras que están ahí, que son comprobables, que simplemente están ahí. Ahora, la conclusión que podamos sacar de todo esto, pues que cada uno que piense por sí mismo. El metro, se definió su medida a finales del siglo XVIII, creo recordar. Como ya nos había dicho José Luis Espejo, es una diezmillonésima parte de la mitad de un meridiano terrestre.

IVÁN MARTÍNEZ: Ni siquiera nuestras máquinas son tan perfectas. 0,0001 de margen de error. No podemos hacer una Gran Pirámide. Yo diría que es casi imposible.

DIEGO MÉNDEZ: Exacto. Esa pregunta me la hacía José Luis Espejo. Me preguntaba como ingeniero. ¿Con la maquinaria y la tecnología de hoy en día seríamos capaces de construir la Gran Pirámide? Yo digo, bueno, sería uno de los monumentos hechos hoy en día más grandiosos del mundo, pero tenemos poleas, tenemos grúas, podemos mover toneladas y toneladas. Pero el hecho también está en diseñarlo. Diseñarlo con todo esto que estamos comentando, toda esta numerología. Y todo este conocimiento. Estamos hablando…

IVÁN MARTÍNEZ: Diego, ¿en cuánto tiempo se hizo la Gran Pirámide? ¿Cuántos años nos deja la Historia?

DIEGO MÉNDEZ: Claro, no hay más datos, creo yo recordar, que los que nos da Herodoto en cuanto a años de construcción de la Gran Pirámide. Nos habla de 20 años.

IVÁN MARTÍNEZ: El nuevo museo de Egipto, que estaba en El Cairo y ahora lo están poniendo en la planicie de Giza, han tardado más de 30. Para que veas. La tecnología de ahora va más lenta a la hora de construir… Claro, no podemos compararlo con la Gran Pirámide, pero… Es ese punto clave de que hoy quizás no podemos copiar lo que hicieron en el pasado…

DIEGO MÉNDEZ: Ya sólo el diseño de la Gran Pirámide es bestial. No es sólo la parte externa, sino que la parte interna ya sabemos que tiene diferentes cámaras… La cámara subterránea, me comentaste el otro día, no sé si te percataste que había como unos símbolos gamma, como unas L así como invertidas… De esto también se habla en el libro. Creo que es el inicio del libro [Ecos de la Atlántida]. Esa gamma, de alguna manera, la G ésta de que hablábamos, de la Geometría, o de God [Dios], o de los masones, quizás también está relacionada. En el libro, claro, lo que se intenta es buscar conexiones con todas estas anomalías, con todos estos elementos simbólicos… Creo que es muy importante el trabajo de mitología comparada que tiene Ecos de la Atlántida. De ahí que haya sido una especie de trampolín para pensar en el nuevo libro, un nuevo libro que se llama El árbol de los mitos. Es un atlas de mitología comparada, y de los pocos que hay, si no el único, que habla y compara mitologías de todo el mundo, sin excepción. No sé si había como 300 culturas diferentes, contrastadas entre sí, con unas tablas que va a ayudar al lector a comprender todas estas analogías y coincidencias entre diferentes culturas, y de alguna manera yo creo que Ecos de la Atlántida [El árbol de los mitos] se ha centrado sobre todo en algunos de estos mitemas, entendiendo mitema como esos elementos comunes en el mito… Hay dos o tres mitos que se comentan en Ecos de la Atlántida, que serían el Diluvio… El Diluvio es uno de esos mitos extendidos por doquier, y luego el Héroe Civilizador. Hablabas tú, comentabas, Oannes, por ejemplo sería un Héroe Civilizador. Tenemos a Quetzalcoatl, tenemos a Osiris, y así, esparcidos por el mundo, en todas sus mitologías, siempre hay algún sabio, o algún dios, que favorece el conocimiento. Ya tenemos a Prometeo, por ejemplo, que es el dador del fuego, y en diferentes culturas tenemos también a un dador del fuego que es un dios. Es decir, ese conocimiento encriptado, ese conocimiento de alguna manera encapsulado en los mitos, en la simbología, es de lo que trata Ecos de la Atlántida. Intenta dilucidar qué conocimiento era el que nos traían estos dioses, de dónde venían estos dioses… De ahí Ecos de la Atlántida. ¿De dónde vienen estos dioses? ¿Cuál es la tierra primigenia? El origen de estas divinidades… Muchos de estos mitos nos hablan de que estos dioses vienen por mar, eran navegantes, por lo tanto de alguna forma también en el mito cuando vemos las catástrofes de las que habla, acaban con la Humanidad, por castigo divino normalmente, estas catástrofes son por fuego y agua, y de alguna forma algo cae del Cielo también. Se nubla el Cielo, se ennegrece el Sol. No hay luz. Y luego, ¿qué es lo que pasa? Una subida del nivel del mar.

JOSÉ LUIS ESPEJO:  Quisiera hacer una apostilla ahí, cuando hablas de que se ennegrece el Sol. Eso aparece tanto en la mitología griega, en el mito de Faetón, como en la mitología egipcia [el mito de Sekhmet], como en la mitología maya, en el Popol Vuh. Quisiera hablar del mito de Orión ciego. O del Horus ciego, al que se le arrancan los ojos. Horus, cuando lucha contra Seth, Horus le arranca los testículos y parte del muslo, de ahí viene el mito de Mekhestiu, en la mitología egipcia, mientras que Seth le arranca [a Horus] los ojos. Siempre que sucede esta gran conflagración, que al mismo tiempo es una batalla, es una lucha, el héroe queda ciego. También Orión queda ciego en el mito, después de una serie de aventuras que tiene con Atlas y con sus hijas, por ejemplo con Mérope; Mérope desaparece… Es decir, una manera que tienen [los mitos] de simbolizar esta oscuridad es el “héroe ciego”. Es muy curioso y es también algo universal. También quiero hacer una apostilla sobre el tema de los héroes. Antes hablabas de los Apkallu, que eran siete. También los Annedotus eran siete [en Sumeria], también eran siete los Rishi [en la India], también eran siete los Shebtiu [en Egipto]… Los shebtiu eran los dioses constructores del principio de los tiempos. El número 7 aparece constantemente cuando hablamos de los Héroes Civilizadores… También hablamos de los Maruts (en India), de los Nommos (en Sudán)… Estos Héroes Civilizadores, que no solamente es uno, sino que vienen en equipo, en compañía… es algo universal, aparece en todos los mitos del mundo...

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