El Hermetismo

 

         El Hermetismo es un conjunto de presuntos saberes atribuidos, a comienzos de la era cristiana, al dios y sabio griego Hermes (el Thot de los egipcios). Como el gnosticismo, bebe de fuentes griegas, complementadas por otras aportaciones (egipcias, persas, judías); pero al contrario de aquél, tiene una concepción optimista de la naturaleza y del mundo. El hermetismo fue acogido por parte de los llamados “padres de la Iglesia” con una cierta simpatía, pues comparte con el cristianismo algunos de sus dogmas principales. Pero también discrepa en cuestiones esenciales del mensaje de Cristo.

 

            El hermetismo es una escuela filosófica de los siglos II a III dC. que deriva, en buena parte, del neoplatonismo de raíz griega, pero también de la magia y la alquimia egipcias, de la astrología caldea y de la religión persa y judaica. Se fundamenta en la teoría de las “emanaciones divinas” desde el Demiurgo creador del mundo, tan cara a Plotino, que posteriormente fue adoptada por otras corrientes religiosas (como la Cábala judaica). Pero discrepa en una cuestión fundamental de la gnosis dualista, otra corriente de pensamiento coetánea: es esencialmente optimista, frente al pesimismo del gnosticismo de raíz persa, judía y maniquea.

            Es bien cierto que gnósticos y herméticos emplean un mismo término (“gnosis”) para aludir al conocimiento, o a la sabiduría. Y es también verdad que para unos y otros este saber es una vía de “salvación”. Así, en el Poimandrés  (el libro hermético más conocido) se dice: “¿No vas, ahora que has heredado de mí toda la doctrina, a hacerte guía de quienes sean dignos de ello a fin de que el género humano, gracias a tu mediación, sea salvado por Dios?”.

            Pero hay un punto fundamental que los distingue: los gnósticos piensan en un universo dual, compuesto de dos principios contrapuestos: la esfera de la perfección (de la luz) y la de lo contingente y caduco (la materia, la oscuridad). Ello es sin duda un legado de la religión mazdeísta, con sus dos grandes dioses en continuo enfrentamiento: Ahura Mazda (dios bueno) versus Ahrimán (dios malo).

            El hermetismo no postula la llegada de salvadores, ni revelaciones “de lo alto”, que hagan partícipes a los “elegidos” del camino de salvación. Los herméticos creían que Hermes y sus herederos (Asclepio, Tat, etc.) no eran dioses, sino reyes y sabios que comunican enseñanzas secretas, preservadas en el seno de los santuarios por una casta de “elegidos” y sacerdotes benefactores del mundo. Su visión del Cosmos, optimista, dio lugar a tres “doctrinas ocultas”: la astrología, la magia y la alquimia, todas ellas de presunto origen caldeo o egipcio. Y como los pitagóricos, u otras sectas de origen oriental, creían en la metempsicosis o reencarnación.

            Ello explica que, a pesar de que compartan algunos puntos, los herméticos y los gnósticos fueran, en aquellos tiempos, acérrimos enemigos. De acuerdo a Jean Doresse (“El hermetismo egiptianizante”, en Historia de las Religiones Siglo XXI): “Al igual que Plotino y su escuela, los discípulos de Hermes abominan en los gnósticos su predicación de que el mundo es malo y su creador es perverso”. Frente a los cristianos, si bien coincidían con ellos en una interpretación positiva de la Creación –el Dios único, la belleza del mundo, ciertos pasajes del Génesis- se oponían a la idea de que la Salvación hubiera de llegar de lo alto, por vía de un Salvador. Muy al contrario, creían que está al alcance de todos los que se proponen conocer la “gnosis” hermética. Les distancia, en cambio, su creencia en la “fatalidad astral” y en el empleo de la magia pagana.

 

Índice:

 

El hermetismo: una doctrina heredada de los griegos

Visión del mundo

Lo que está arriba es como lo que está abajo

Hermetismo y magia

Escatología

CUADRO DE TEXTO NÚMERO 1: “HERMES Y CRISTO”

CUADRO DE TEXTO NÚMERO 2: “SÍMBOLOS HERMÉTICOS”

 

 

Para leer el artículo entero:

Temas de Historia Oculta (2). Las doctrinas prohibidas