Nuestro pasado robado

 Es un hecho cada día más evidente que la llamada “historia oficial” rechaza de forma sistemática lo que se aleja de la “doctrina” aceptada por la comunidad académica (por la “ortodoxia, en definitiva). Cuando parte de estos conocimientos son excluidos del “canon” historiográfico, aunque estén avalados por evidencias inobjetables obtenidas por investigadores competentes, ello significa que de algún modo se están socavando los cimientos del método científico, y se están tergiversando (o sesgando) los hechos históricos. En el presente artículo mostraré algunas de estas prácticas acientíficas y sectarias; e intentaré explicar por qué la “historia oficial” ha adoptado dicha estrategia. Los precedentes históricos, y la dinámica del desarrollo institucional de la disciplina, explicaría –en parte- esta actitud obstruccionista y cerril.

Hace unos 2.500 años el historiador griego Herodoto se preguntaba lo siguiente: “Y por cierto que no alcanzo a explicarme por qué razón la Tierra, que es una sola, recibe tres denominaciones diferentes que responden a nombres de mujeres...; y tampoco he logrado averiguar los nombres de quienes establecieron esos límites ni por qué les han impuesto esas denominaciones” (Libro IV, párrafo 3). Con ello, el “padre de la Historia” se cuestiona, como yo, quién dispuso la tradición de las tres dobles A [Æuropa, África y Asia] en la imposición del nombre de los continentes conocidos en su tiempo. Porque, sin duda –a la luz de este testimonio- se debió tratar de la decisión de una persona o de un comité de sabios; tal vez el garante de la llamada Tradición primordial, aquella que la Humanidad ha preservado desde el más remoto pasado.

¿Y qué es la Tradición primordial? Según René Guénon, en su obra Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada, es tanto una “memoria colectiva subconsciente”, como la conservación –en el folklore- de una serie de mitos y creencias religiosas, los cuales serían una “supervivencia” de una protocultura hoy desaparecida, diseñada –de forma premeditada o no- para preservar la memoria de aquel remoto pasado. La magia y la hechicería, sería –según Guénon- otra estrategia de “encapsulamiento” de antiguos saberes y conocimientos. A ello le habríamos de añadir los cuentos y leyendas, los “legominismos” (o reliquias del pasado, en forma de restos materiales, escritos o monumentos) y, cómo no, el simbolismo, la llave que –según los “iniciados”- permite desvelar oscuros arcanos de la antigüedad.

Es en el estudio comparativo de estos mitos, ritos, creencias y tradiciones, como observamos de forma más evidente su –previsible- origen común.

Índice:

La Atlántida, supuesta “madre” de la Tradición

Oscuros testimonios de un pasado remoto

Las tablillas perdidas... Y reencontradas

Los oscuros orígenes del pueblo egipcio

El país del incienso

Un pueblo olvidado

Las cuevas de Gezer

Constructores de hipogeos

El misterio de la pirámide de Giza

Dataciones no tan claras

La gran pirámide y la Tradición Primordial

¿Cuándo empezó la Civilización?

El affaire Glozel

Lo que la ciencia oculta

Cuando la ciencia deja de serlo

Secretos y mentiras

Las orejas del lobo

El alba de la teosofía

La “doctrina oficial”

El historiador comprometido

Anexo: Enigmas sin resolver

CUADRO 1: EL LIBRO DEL MORMÓN

CUADRO 2: HOMOLOGÍAS ENTRE EGIPTO Y EL TÍBET

CUADRO 3: RECUERDOS DE UNA LENGUA MADRE

CUADRO 4: EL ORIGEN DE LA ESCRITURA EGIPCIA

BIBLIOGRAFÍA

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