El enigma de la doble A

 

            El enigma de la doble A ha sido asociado, tradicionalmente, al mito arcádico. Éste tiene inicio en la décima Égloga de Virgilio (70-19 aC.), que escribe: “Pastores de la Arcadia venturosa / Maestros en cantar con dulce acento / ... / Vosotros solos cantaréis mi pena”.

            Jacopo Sannazaro (1456-1530) se hace eco de estos versos crepusculares, y sobre ellos construye lo que sería el arquetipo de la literatura bucólica. Su Arcadia (1502) sería imitada por Cervantes (en su Galatea) o por Philip Sidney (en su Arcadia). Pero, ¿qué esconde este idílico –aunque no exento de significados ocultos- escenario pastoril?

            Francesco Tateo, en su edición comentada del clásico de Sannazaro, sostiene que las dos principales ideas-fuerza de la Arcadia son, por un lado, el contrapunto fúnebre (el sepulcro, la muerte) que acompaña al placentero paisaje arcádico, y por otro, el “viaje subterráneo”, que pone fin al “viaje iniciático” del protagonista (Sincero, sobrenombre del propio Sannazaro).

            En el proemio de su Arcadia, Sannazaro alude a una “fontana, que libremente mana de la viva piedra”, y sitúa a los pastores “bajo las placenteras sombras, junto al murmullo de líquidas fuentes”. A su vera un ciprés: “En el centro, junto a una clara fuente, se levanta hacia el cielo el enhiesto ciprés, veraz imitador de las altas metas” (Prosa Primera). Como es bien sabido, el ciprés –que apunta al Cielo- es un árbol recurrente en los santuarios, pero también en los camposantos.

Y al final de la obra (Prosa Duodécima) Sannazaro alude a las entrañas de la Tierra (“¡La tierra, que yo pensaba que era firme, encierra en sus entrañas tanta concavidad!”), que acogen los restos de la amada de Orfeo, la infortunada Eurídice. Según el mito, ésta expiró tras ser mordida por un áspid.

El Alfeo, río subterráneo que atraviesa la Arcadia, conduce a Sincero a un fúnebre escenario: una piedra cúbica (un sepulcro) con el siguiente epitafio: “Aquella [Filis] que con Meliseo tan altiva y rigurosa se mostró siempre, ahora dócil y humilde sepultada está bajo esta fría piedra”. La Arcadia de Sannazaro acaba con las siguientes palabras del desconsolado Meliseo: “Lloro, Filis, tu despiadada destrucción, y el mundo con mi mal enteramente reverdece. Piensa, te lo ruego, en el hermoso vivir de antaño, si el amor no perdemos al cruzar el Lete [el río del olvido]”.

Virgilio y Sannazaro, en sus relatos pastoriles, no ansían rememorar un paisaje añorado, el de la Edad de Oro, para solazarse en su florida amenidad y en su belleza. Más bien pretenden hacer comprender al lector, de manera figurada, que para alcanzar el Conocimiento hay que descender a los abismos de la Tierra. Y una vez allí, atravesar la larga, peligrosa y oscura senda de la iniciación. Este amargo proceso de autoconocimiento –y aprendizaje- es imprescindible para alcanzar la iluminación.

 

Índice:

 

Río Alfeo: símbolo del Conocimiento

Et in Arcadia Ego...

El toro: imagen icónica de la A

A vueltas con la doble A

CUADRO 1: MÁS SOBRE EL SIMBOLISMO DE LA A

CUADRO 2: LAS ASTAS DE TORO

BIBLIOGRAFÍA

 

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Temas de Historia Oculta. Nuestro pasado robado.